La
mañana en Zaragoza es fría. Con una niebla prieta que te va calando
hasta los huesos, que te enmohece el alma. La situación económica que
padecen muchas familias les impide calentar sus hogares. A veces hay que
escoger entre comer o estar caliente. Entre pagar la rehabilitación de
un hijo autista o no pasar el invierno congelados. Supervivencia extrema
en medio de esa jungla que ahora son sus vidas, acorraladas por el paro
y la desesperación.
En algunos países, la humanidad se impone y una
tregua energética evita que a los desfavorecidos se les corte el
suministro en los meses más gélidos. Pero España, una vez más, es
diferente. Al menos el Partido Popular que gobierna este cortijo. Dicen
que ya aportan bastante con algunas medidas que han tomado como la
Reforma Laboral. Es cierto. Ya han hecho bastante por la destrucción y
la precariedad del empleo. El origen de muchas tragedias que vivimos.
También por desmantelar los servicios sociales y asistenciales básicos
para la ciudadanía. Eso ayuda mucho.
Pero de tregua ni hablar. Los
arcángeles glaciales del PP no se conmueven por nuestros mundanos males.
Toda la frialdad que muestran con su pueblo, la indiferencia hacia el
sufrimiento de la gente, se torna en cálida complacencia con el
oligopolio energético que obtiene en nuestro país el doble de beneficio
que en cualquier otro. Con estos no se ponen chulos. Nunca sabe un
político a qué corporación puede llegar a asesorar (por un generoso
precio) en un futuro. Esos son los intereses que defienden. Como los del
presidente de Iberdrola que, obviando los 7 millones de euros que se
lleva crudos cada año, criticó la política del "todo gratis" que, según
él, predica la Junta de Andalucía.
El gobierno de España se arrima al
sol que más calienta y da la espalda al hecho de que el 20% de los
españoles vivan bajo el umbral de la miseria. Abocados a la caridad por
falta de justicia. Ateridos por no poder pagar los recibos piratas de
estas grandes compañías. ¿Insensibles? Para nada. Lo que le pasa al PP
es que el dolor de los pobres, les deja fríos. Mohínos. Como la boira preta de la tierra mía. Por eso siempre se ponen cara al sol que más calienta.
DdA, X/2.573
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