sábado, 16 de noviembre de 2013

SONETO QUE TRATA DEL GAL Y DE AMEDO, POR VILLÁN


Lazarillo

Dice mi recordado Villán (Diario de Javier Villán), amigo, colega y compañero de viajes como reporteros los dos por aquella España transicional en la que no creíamos, que el soneto pinta bien como modelo estrófico aplicable al erotismo o a la sátira política. Hubo un tiempo -finales del XIX y primer tercio del XX, hasta que llegó aquel treinio desatado en barbarie al que siguió más barbarie- en que las primeras planas de los grandes periódicos contaban con el verso como muy popular herramienta crítica de la actualidad, fuera soneto o copla. Ahí tenemos el caso de Luis de Tapia, el poeta más popular de la República, cuyos Poemas periodísticos acaban de ser magníficamente publicados por la editorial Renacimiento y a quien la Guerra de España  llegó a trastornar hasta la muerte. Extraña que en la España de nuestro días, tan enfangada en el esperpento como para resucitar a más de un Valle-Inclán hacedor de sarcásticos retablos, no se den los poetas satíricos en los diarios, pues creo que aquella tradición contaría con seguidores complacidos, siempre que los autores demostrasen el filo crítico e irónico que se requiere para tal menester, como ocurre con este soneto de Villán. Yo que Pedro J. Ramírez se lo proponía a Javier, con el riesgo, eso sí, de que el poeta se le desmandase:


En esta democracia putrefacta
que negó el demos y afirmó el crateo,
un comisario asciende a Prometeo:
que el fuego de los dioses conste en acta.

La ciencia de la muerte es ciencia exacta
y más si se tramita por deseo
de Estado y policía; regateo
de sangre que salpica y que se pacta.

Hay terror, hay horror, miedo a que Amedo
cante y cuente los fondos de la trama;
a que marque y señale con el dedo

quién escribió el libreto de este drama.
Amedo es el Estado y es el miedo
de lo que tapa y, a la vez, proclama.

DdA, X/2.541

1 comentario:

Anónimo dijo...

La recomendación a Pedro Jota es inviable, en El Mundo y en cualquier otro medio convencional. No están los tiempos para esa libertades. Los tiempos van en contra de las libertades.

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