Coincidiendo
 con las fechas previas y posteriores al día de la muerte del dictador 
(20N de 1975), el Ayuntamiento de Salamanca -que sigue teniendo a 
Francisco Franco como alcalde de honor y medalla de oro de la ciudad- 
preserva todos los años la efigie del general felón con un plástico -al 
modo de los envases al vacío que se aplican sobre el sabroso jamón 
ibérico propio de aquella tierra-, con objeto de que el medallón situado
 en las arcadas de la Plaza Mayor de la ciudad no sufra vandálicas profanaciones. 
El
 Ayuntamiento de Salamanca está gobernado desde hace casi dos decenios 
por el Partido Popular, que en repetidas ocasiones se ha negado no solo a
 eliminar la efigie del extinto caudillo, sino a privarle de sus títulos
 honorarios. Con ello sigue vulnerando, seis años después de ser 
aprobada, la Ley de Memoria Histórica, memoria cuyo Centro Documental 
tiene por ubicación la ciudad de Salamanca, con un magnífico edificio 
recientemente restaurado para tal fin y sobre cuyo destino nada sabemos,
 si bien tememos que al actual Gobierno del PP no le interese 
demasiado. 
La oportunidad quiso que el avezado fotógrafo Victorino García Calderón estuviera allí en el momento en que unos ciudadanos colocaron, en la tarde del 20 N,  la pancarta que reza Sabotaje real y su otra versión, al dorso, Insumisión al Estado. El
 extinto caudillo está ahí en calidad de jefe de Estado, como están 
representados en la misma plaza todos los que lo fueron en la historia 
de España. Eso alegan quienes defienden su permanencia. Olvidan que 
Franco llegó a la jefatura del Estado gracias a una guerra brutal que él
 mismo promovió con su rebelión, a la que siguió una no menos brutal 
represión. Para su victoria en la primera contó como aliados con Hitler y
 Mussolini, que 
también fueron jefes de Estado, pero que por su condición de dictadores 
no cuentan con ningún tipo de representación o título honorífico en sus 
respectivos países.    
¿Acaso mientras Salamanca esté gobernada por el Partido Popular se va a tener que envasar todos los años al vacío esa imagen para preservarla de actos vandálicos que obligarían a su restauración, como ya ocurriera una vez? ¿O es que con ese envasado se la pretende mantener fresca?
DdA, X/2.549


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