viernes, 15 de noviembre de 2013

BASURA Y PRIVATIZACIÓN

Jaime Richart

Estos gobernantes, en  cualquiera de sus escalas y estamentos, desde la Moncloa hasta el Consistorio de Madrid, no hacen más que dar pruebas y motivos no ya para la indignación, sino para la desobediencia civil y la sublevación. No es ya su incompetencia para contentar a la mayoría de la ciu­dadanía, sino su incapacidad para comprender dónde están los cen­tros nerviosos de un mínimo sosiego colectivo dentro de la grave­dad de una crisis provocada por la especulación fi­nanciera y de la otra.


  Empezamos porque su ideología neoliberal, que tantos estra­gos causa al individuo aisladamente considerado, parte del principio de que poner en manos privadas y societarias los ser­vicios públi­cos, las empresas públicas y las empresas mixtas resuelve los pro­blemas modernos que la economía plantea a la vida colec­tiva.

  Está claro que a estos depredadores les son indiferentes las con­se­cuencias individualizadas conocidas por la experiencia en paí­ses de vanguardia, y la comprobación a través de ella de que esa política ha fracasado. Y les es indiferente, porque ya tienen prepa­rada la solución para proteger a los reductos que mono­polizan la riqueza. La solución final prevista por ellos pasa primero  por lan­zar a sus policías para aplastar cualquier dis­turbio y luego conmi­nar a la ciu­dadanía con la mera presencia del ejército en la calle. 
 Sea como fuere, se necesita ser necio para presionar a esos ex­tre­mos a los empleados de la limpieza siendo así que la vida coti­diana depende de ellos. Responsabilizar la alcaldesa de Madrid a las em­presas adjudicatarias del servicio, pretendiendo desenten­derse del asunto, es otra muestra no ya sólo de una in­competencia imperdo­nable, sino de una voluntad política puesta al servicio ex­clusivo de la depredación.
  Por si eso fuera poca su estulticia, rebajar el ya de por sí irri­sorio sueldo en un 40% a los que no son despedidos y despedir a 1.200 trabajadores, provocando el conflicto, es una temeridad gravísima, pues la acumulación de toneladas de desperdicios pone en altí­simo riesgo de epidemia, incluida la peste bubó­nica, a la pobla­ción, y es directamente proporcional al tiempo que dure. Esta ac­tuación de la alcaldesa y demás dirigentes municipales -principa­les responsables del desaguisado-, y los empresarios cómplices, y todo por no re­nunciar a los beneficios del contubernio, se ha con­vertido en la prueba científica de la ineptitud, necedad y cana­llismo de todos es­tos que actualmente administran nuestros bolsi­llos, nuestra educa­ción, nuestra higiene, nuestra salud y nuestra filosofía de vida.

  Pero precisamente porque la moderación y la prudencia de la iz­quierda son tomadas por estas gentes como debilidad, los medios más cercanos a aquéllas debieran mos­trarse más enérgicos en su crítica, considerando que mostrar una sandalia a Rato o llamar va­gos a los miembros del Par­lament valenciano por los innumerables abu­sos cometidos, son flores al lado de lo que en realidad se les de­biera calificar... La buena educación no está reñida con la determi­nación y la valentía.

 Si la justicia no repara la injusticia ni los abusos de los pode­ro­sos y los medios además son tibios con unos y otros, nada podrá sacar a este país del profundo agujero en que se encuen­tra y no extrañe que pronto empiece a correr la sangre.

DdA, X/2.540

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