Este pasado fin de semana tuvo lugar en la localidad
tarraconense de Gandesa una serie de actos conmemorativos del septuagésimo
quinto aniversario de la Batalla del Ebro, la más larga, la más cruenta y la
que más combatientes aglutinó durante la Guerra de España. El historiador Félix
Vidal, coordinador del evento organizado por el colectivo Iniciativa
Cívica por la Memoria Democrática, me ha puesto en contacto con el
presidente de este colectivo, Patricio Azcárate (Londres, 1920), que se
incorporó como voluntario republicano al Ejército del Ebro y fue destinado como
secretario/ayudante del jefe del Estado Mayor, coronel José Sánchez Rodríguez.
Azcárate, hijo de una familia de la burguesía liberal, tiene entre sus
ascendientes familiares a su tío abuelo, Gumersindo Azcárate, uno de los
fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, y a su padre, Pablo de
Azárate, secretario general adjunto de la Sociedad de Naciones en Ginebra y,
posteriormente, embajador de la segunda República en Londres durante la Guerra
Civil. Finalizado el conflicto armado, Patricio Azcárate se trasladó a la
capital británica donde cursó estudios de Ingeniería Eléctrica. Durante su
exilio residió en el Reino Unido primero y luego en Francia, Checoslovaquia y Austria. Regresó a
España en los años cincuenta y actualmente reside en Alicante, escribe artículos sobre política internacional y participa en distintos foros de
debate. Como secretario/ayudante del Jefe del Estado Mayor, actuó como
intérprete con los voluntarios extranjeros y conoció personalmente a la mayoría
de los jefes del Ejército del Ebro: Modesto, Lister, Tagüeña. Su tío, el
coronel Patricio Azcárate (Pachi) fue inspector general del Cuerpo de
Ingenieros, autor del diseño de los puentes que se construyeron sobre el río.
¿Qué representó la batalla de Ebro en el
desarrollo de la Guerra de España? ¿Fue esa batalla decisiva para dilucidar qué
ejército acabaría venciendo?
El ejército del Ebro se constituyó en mayo
de1938, agrupando en tres cuerpos, el V, el XV y el XII, las
unidades más aguerridas y mejor formadas, las que más se habían distinguido en
el frente de Aragón. Era un ejército moderno, perfectamente estructurado, con
un potencial humano y un cuadro de mandos difícilmente superable. Su único
punto débil era su escasez en armamento pesado, vehículos acorazados y sobre
todo aviones, tanto bombarderos como cazas, consecuencia de la política de “no intervención”
seguida por los países supuestamente democráticos, Francia y Gran Bretaña. Estos
países no solo se negaron a vender material bélico al gobierno legítimo de
España, sino que hicieron todo lo posible por entorpecer la llegada de material
procedente de la Unión Soviética, el único país dispuesto a ayudar a la
república en su lucha contra el fascismo. La batalla del Ebro se inició en la
noche del 26 de Julio con el cruce del rio por las fuerzas de vanguardia de los
tres cuerpos de ejército, en una operación modélica, que permitió en cuestión
de días situar al grueso del ejercito al otro lado del rio, ocupando los
pueblos de la ribera y adentrándose decenas de kilómetros en el terreno
montañoso de las sierras de Pandols, Cabals y Fontarella. La primera fase de la
batalla fue un éxito; se logró el objetivo de obligar al alto mando franquista
a retirar y transferir hacia el frente del Ebro algunas de las unidades de su ejército
que después de alcanzar la costa del Mediterráneo marchaba hacia Valencia. Así,
durante un tiempo, se detuvo el avance de las tropas franquistas a lo
largo de la costa. La caída de Valencia hubiera sido un golpe mortal para la
Republica. La batalla del Ebro demostró que de haber podido contar el ejército
con una artillería y unas fuerzas aéreas comparables a las del enemigo, el
ejercito republicano era perfectamente capaz de derrotar al ejército rebelde,
por mucha ayuda de recibiese de los países del eje fascista. El destino de la
Republica española estaba en manos de las dos principales potencias
democráticas europeas, Francia y Gran Bretaña. Estas prefirieron sacrificar a
la Republica española y tratar así de apaciguar a las potencias de Eje y evitar
lo inevitable, la Guerra Mundial contra el fascismo.
¿Cuál fue la moral del ejército republicano en
esa larga y sangrienta lucha? ¿No se ha mitificado en exceso esa moral?
No es cierto que se haya mitificado la moral del
Ejercito del Ebro. Si hay algo de lo que pudo enorgullecerse es de la moral de
sus combatientes; un moral que nunca decayó a lo largo de los tres meses de
durísimos combates contra un enemigo mucho mejor armado. El cruce del
Ebro, en las condiciones en que se produjo, en barcas rudimentarias y en
muchos casos a nado, demuestra la moral a prueba de bomba – nunca mejor
dicho – de nuestras fuerzas. La construcción y reparación de los puentes, bajo
constantes bombardeos, prácticamente sin defensa antiaérea, no hubiese
sido posible con un ejército moralmente débil. Por otra parte, la defensa día
tras día y durante cerca de dos mesas de las posiciones avanzadas de las
primeras líneas del frente, sin protección aérea y bajo el fuego intenso
de una artillería inalcanzable es la mejor prueba del elevado espíritu de lucha
mantenida entre las fuerzas más propicias a una eventual desmoralización. Yo
estuve en el Estado Mayor del ejército durante toda la batalla y no recuerdo
haber oído mencionar ningún caso de deserción.
Cuenta Lluís Llach en su novela Memoria de
unos ojos pintados que en la Batalla del Ebro se produjeron muchas muertes
de soldados republicanos -la llamada quinta del biberón- por su
inexperiencia en combate. ¿Comparte esa visión literaria del cantautor
catalán??
La mayoría de los soldados procedentes de la
llamada “quinta del biberón” eran jóvenes voluntarios que acudieron a
alistarse en el ejército respondiendo a la llamada lanzada por las JSU
(Juventudes Socialistas Unificadas). Muchos fueron incorporados en el XV
cuerpo, mandado por Manuel Tagueña, un joven universitario que, por méritos
propios, pasó de ser jefe de milicias en el frente de Madrid a mandar uno de
los cuerpos de más prestigio del ejército popular. Yo estuve durante toda la
batalla en estrecha relación con Tagueña, miembro como yo de las JSU. Puedo
afirmar que una de sus preocupaciones fue precisamente mantener a los muchachos
de la mencionada quinta en unidades de reserva, o cumpliendo misiones
especiales en la retaguardia. Se amparaba al tomar decisiones que podían
considerarse en ciertas medidas injustas en la evidentemente escasa e
insuficiente preparación militar de estos jóvenes.
¿Fue decisivo el bombardeo de la Legión Cóndor
en la contraofensiva realizada por el ejército sublevado?
La llegada de importantes refuerzos,
particularmente en artillería y fuerzas aéreas, le permitió al ejército
franquita detener el avance de nuestras tropas que no consiguieron ocupar el
pueblo de Gandesa, su principal objetivo inmediato. A partir de entonces y
durante cerca de tres meses, nuestras posiciones de vanguardia y los puentes,
vitales para asegurar el suministro de nuestras tropas, fueron sometidos a
intensos y constantes bombardeos tanto por la artillería como desde los aviones
de la Legión Cóndor alemana. Fueron meses de fortísimos combates en los que
ciertos vértices de la sierra Pandols tenían que abandonarse durante el día
ante la intensidad de los bombardeos, y se recuperaban la noche siguiente en
combates que llegaban a ser de hombre a hombre. Hay que destacar aquí el valor,
la valentía y el espíritu de sacrificio de nuestros soldados, y en particular
de los comisarios cuyo lema era” los primera en atacar, los últimos en
retroceder”.
¿Por qué frente a ese bombardeo de la aviación
nazi, y habida cuenta la poca capacidad artillera republicana, pasaron dos días
hasta que intervino la aviación de la República para hacer frente a la aviación
rebelde?
No tengo respuesta a esta pregunta.
Efectivamente, la aviación republicana no apareció hasta dos días
después de iniciarse la batalla. Me imagino que por dificultades de orden
logístico. A partir de entonces los aviones de caza de fabricación soviética,
los chatos y los moscas mantuvieron combates diarios con los cazas, muy
superiores en número, - no en combatividad - que escoltaban a los
bombarderos enviados para destruir los puentes. El Estado Mayor del Ejecito
estaba instalado en una masía a pocos kilómetros del puente de Mora y recuerdo
contemplar las batallas aéreas que se desarrollaban todas las tardes entre
nuestros cazas y lo cazas enemigos. El formato de las batallas era siempre el
mismo: nuestros moscas contra los Messershmidt alemanes arriba y nuestros chatos
contra los Fiats italianos a menos altura. En general cada uno de
nuestros cazas se enfrentaba a cuatro o cinco cazas franquistas; sin embargo
solían ser estos los primeros en desaparecer por el horizonte. Nuestros pilotos
nunca eran los primeros en retirarse, a pesar de su inferioridad
numérica.
¿Qué recuerdo personal tiene de la batalla
pasados 75 años y cuál era el estado de ánimo de los republicanos después de la
derrota?
Legué a Barcelona, procedente de Ginebra el
22 de Junio de1938. Tenía 17 años, me había afiliado a la JSU y consideraba mi
deber aportar mi granito de arena a la lucha contra el franquismo. Mi padre era
entonces embajador de la Republica en Inglaterra y tenía un hermano mayor en la
dirección nacional de la JSU. Mi hermano me presentó a Santiago Carrillo y a
Felipe Arconada, responsable de las JSU en el Ejercito del Ebro. El ejército
estaba entonces en pleno proceso de preparación de la batalla, que había de
iniciarse pocas semanas después. Yo no tenía, por supuesto, ninguna formación
militar y al enterarse Carrillo de que hablaba tres idiomas, además del
español, el francés, el inglés y el alemán, se le ocurrió que donde más útil
podría ser era como interprete en el Estado Mayor del Ejército, en el que
estaban integradas prácticamente todas las Brigadas Internacionales Se
puso en contacto con el coronel Sánchez Rodríguez, que al no
conocer más idioma que el castellano tenía problemas de comunicación con los
jefes de las Brigadas Internacionales. A este le pareció bien y así es que
estuve a su servicio durante los tres meses que duró la batalla. Sánchez
Rodríguez, de quien he conservado un maravilloso e imborrable recuerdo, no era
un militar de despacho; le gustaba comprobar por sus propios ojos la realidad
de los hechos y así, casi todos los días estábamos visitando los puestos
de mando avanzados de la diferentes unidades, muy cerca, en algunos casos, de
las primeras líneas de combate. Tuve así la oportunidad – yo diría el
privilegio – de conocer personalmente no solo a los más altos mandos del ejército,
Modesto, Líster, Tagueña, sino también y a los jefes extranjeros de las
Brigadas Internacionales.
¿Qué papel jugaron a su juicio las Brigadas Internacionales (BI) en esa batalla, la última en la que
intervinieron, teniendo en cuenta el grado de acometividad que habían mostrado antes en otros frentes de combate como Madrid o Belchite?
A pesar de las pérdidas sufridas a lo largo de
los más de dos años de guerra y particularmente en las batallas de Belchite y
de Teruel, el papel de las BI en el Ebro fue importantísimo. Algunas de sus
unidades, que yo recuerde, las brigadas 11 y 15 de la 35 división del XV
cuerpo, las 12 y 14 de la 45 división, del V cuerpo, fueron de las
primera en cruzar el río y si mi memoria no me engaña fue un batallón
extranjero, perteneciente a la 11 división del V cuerpo, el que después de
ocupar en duros combates los vértices más elevados de la sierra Pandols llegó a
las afueras de Gandesa, primer objetivo de la batalla. Siempre recordaré con
enorme emoción el acto de despedida de las brigadas, creo recordar que en
Esplugas de Francolí. Asistieron el presidente Juan Negrín, el Jefe del Estado
Mayor Central, general Vicente Rojo, todos los jefes militares del
Ejercito del Ebro y una amplia representación de los miles de brigadistas que
tanto se habían distinguido en los recientes combates. El Gobierno había
propuesto en la Asamblea General de la Sociedad de Naciones, reunida en
Ginebra, la adopción de una resolución exigiendo la retirada de todas las
fuerzas armadas extranjeras presentes tanto en el ejército republicano como en
el ejército franquista. La proposición fue aprobada por unanimidad. De haberse
aplicado en ambos lados, teniendo en cuenta la importancia de la participación
de tropas alemanas e italianas en el ejército franquista, el balance de la
guerra hubiera cambiado radicalmente. Pero Alemania e Italia no cumplieron lo
prometido y las únicas fuerzas extranjeras que fueron retiradas fueron las
Brigadas Internacionales. La Comisión internacional creada para el control de
dicha retirada, instalada en Barcelona, y a la que fui destinado, contabilizó
poco más de treinta mil los combatientes retirados de nuestro ejército. Del ejército
franquista no fue retirado ni un solo soldado, ni un solo tanque, ni un solo
avión. La Sociedad de Naciones no tomó ninguna medida. Una vez más la Republica
Española era traicionada por las supuestas democracias occidentales. Ante esta
situación, la Unión Soviética procedió a un importante envío de armamentos de
todo tipo. Este llego a un puerto francés de la costa atlántica – el
Mediterráneo estaba controlado por la flota italiana – y fue retenido por las
autoridades francesas.
Aun a riesgo de que quede sin mencionar alguno de
los que todavía viven, este periodista quiere mencionar, con motivo de la referencia de Azcárate
a la combatividad de las Brigadas Internacionales en la Batalla del Ebro, a Hans Landauer y mi buen amigo Gerhard Hoffmann, de Austria, a Luis Alberto Quesada, de
Argentina, a César Covo y Joseph Almudéver, de Francia, a Juan Miguel de Mora, de México, a
Delmar Berg y John Hovan,
de los EEUU, Stanley Hilton, del Reino Unido (vive en Australia)
y, posiblemente, aunque no tenemos datos fidedignos, Karel Dufek, de
Checoslovaquia.
Sobre la Ley de Memoria Histórica aprobada por el
gobierno de Rodríguez Zapatero hace casi siete años, entiende Patricio Azcárate
que su intención fue buena, pero nunca ha llegado a cumplirse, ante la
oposición del PP y otros partidos de derecha. "La Comisión creada
bajo la presidencia de la vicepresidenta del gobierno, Rodríguez de la Vega -afirma-, no
consiguió tomar ninguna decisión efectiva. Ni siquiera el articulo más blando e
inocuo de la Ley, el desentierro vía oficial de las fosas comunes ha
llegado a cumplirse. Con el actual gobierno y un parlamento dominado por el
partido heredero del franquismo, la Ley de Memoria Histórica ha dejado
prácticamente de existir".
*Entrevista publicada hoy también en Público.es
*Entrevista publicada hoy también en Público.es
DdA, X/2.518
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