jueves, 31 de octubre de 2013

LAS VÍCTIMAS DEL REY Y DEL GOBIERNO, Y LAS VÍCTIMAS DE LA MINA



Félix Población

Como todo el mundo sabe, el rey enfermo ha solicitado recibir a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), tal como hizo el presidente del Gobierno hace unos días con motivo de la concentración que tuvo lugar en la Plaza de Colón de Madrid en protesta por la decisión del Tribunal de Estrasburgo de anular el carácter retroactivo de la llamada Doctrina Parot. Esa entrevista tendrá lugar hoy en el palacio de La Zarzuela y los telediarios se han referido repetidamente a ella como un encuentro entre el monarca y las víctimas del terrorismo, como si en la AVT -caracterizada por su talante ultraconservador- estuvieran todas. 

Hace muy pocos días se celebró en Oviedo la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, que como es habitual sirvieron para dar prestancia a la figura del heredero de la Corona y a su asturiana esposa, futura reina consorte de España. Una vez más, don Felipe y Letizia se acercaron hasta una determinada localidad del Principado -en este caso Teverga- para hacerse allí la consabida foto con los lugareños, sentirse protagonistas de unos cuantos lances de asturianía folclórica y hacer entrega del galardón que identifica al lugar como Pueblo Ejemplar de la región del año en curso.

Ayer, en la localidad leonesa de Santa Lucía y en la población asturiana de Pola de Lena, se celebraron los respectivos funerales por las víctimas del accidente minero que tuvo lugar en el pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco-Leonesa, donde seis ciudadanos de este país perdieron la vida, después de haber luchado el año pasado por sus puestos de trabajo y por el porvenir de sus familias y sus comarcas. Cuentan que cuando se produjo el siniestro, a casi 600 metros de profundidad, allí dentro se produjo un inmediato abrazo de solidaridad que hizo acudir a los trabajadores ilesos en auxilio de los afectados por la fuga letal de gas grisú.

Así son los mineros, desde que empezaron a escribir su historia en las entrañas de la tierra. Así fueron y siguen siendo en la vida y en la muerte: luchan por el empleo que da vida a sus comarcas y a sus familias, y se movilizan todos a una y llegan hasta Madrid andando para que los escuchen, y cuando la tragedia se ceba en ellos en el fondo de los pozos, dejan el miedo atrás y acuden sin demora en socorro de las víctimas. 

Contrasta hasta la vergüenza advertir ese histórico celo solidario de los mineros y la flagrante y bochornosa cobardía de que han hecho pública exhibición los miembros del vigente gobierno, desde don Mariano el plasmado hasta su ministro de Industria, ausentes ayer en los actos religiosos que despedían a las víctimas. Estas víctimas tampoco han merecido la visita de ningún representante de la Casa Real, porque todos, presidente, ministros, rey y príncipe de Asturias no han tenido el valor de enfrentarse con la voz de la calle en esas dos localidades, con sus gritos de indignación y sus gritos de rabia.

Sí los escuchó el presidente de la Junta de Castilla y León, que sí acudió a Santa Lucía y al que los concurrentes llamaron sinvergüenza por la gestión política que hizo de la crisis del sector, pero que con su presencia demostró mucha mayor dignidad que los pávidos y desfachatados ausentes.

DdA, X/2.527

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