domingo, 27 de octubre de 2013

FELIPE GONZÁLEZ, LA ESPAÑA DESCABEZADA Y SUS DELIRIOS DE PODER

 Luis Arias

Tras conocerse la noticia de la puesta en marcha de una Fundación que tiene como objetivo enlatecer la figura de Felipe González, y que será presidida por tan ejemplar ciudadano, me permito reproducir algunas consideraciones que hicieron sobre este buen señor algunos de sus estudiosos y que en su momento incluí en mi libro "La España descabezada", ensayo que se ocupa del periodo entre en 82 y el 99:

"A un Gobierno encabezado por Felipe González se le exigía un proyecto regeneracionista basado en la conciencia cívica, la transparencia democrática, el imperio de la ley y la dignidad de lo público. Este proyecto no se materializó nunca. Al socialismo en el poder se le exigía el ser ejemplarizante y educador en el sentido más amplio del tema. No lo fue." (Tom Burns Marañón).

"En el fondo, Felipe González Márquez era entonces, como casi todos nosotros, los de entonces que ya no somos los mismos, un joven con ambiciones, feliz consigo mismo y, como casi todos, indocumentado, lleno de lagunas que se suplían con vehemencia y fe en el futuro. ... Felipe González era, en suma, . Y en esas tres palabras nada más se reconciliaba nada más toda una memoria histórica que hasta ese momento no era más que nostalgia y melancolía, desde los tiempos de la Ilustración hasta la II República, desde la tristeza del 98 a la muerte del general Franco." (J.J Armas Marcelo). 

"Felipe González ni siquiera posaba, sino que se dejaba coger con la barba de tres días, la camisa de cuadros arrugada, la melena moderna, pero no desaseada, y cierta pinta de chico que ha encontrado su primer empleo, su primer trabajo en un taller, y estaba aprendiendo el oficio con aprovechamiento. Había millones de Felipes en España. Cómo no le iban a votar. Se votaron a sí mismos." (Francisco Umbral).

"Como todos los eslóganes políticos, la palabra concentró muchas emociones en la misma medida en que sus contenidos sociales y culturales se diluían propagandísticamente en el ruido mediático de todos los días. Pero el deseo de un cambio en la sociedad española se definía, a pesar de eso, con la nitidez apreciable que contrastaba su inmediato pasado y los significados más banales de la permanente confrontación social que encerraba: el autoritarismo político, el carácter primitivo de las relaciones sociales, la mediocridad intelectual y una relativa pobreza económica" (Eduardo Subirats).

"¿Fue ahí cuando se jodió el socialismo, con el referéndum OTAN planteado como un plebiscito gaullista, yo o el caos, o mucho antes cuando el poder político del PSOE felipista hizo que el Tribunal Constitucional votara, en voto de calidad de su Presidente, García-Pelayo, que la nacionalización de Rumasa, llevada a cabo sorpresiva y contundentemente por el Gobierno de González el 23 de febrero de 1983, era un procedimiento , momento y fecha en que el criptoleninismo priísta de Alfonso Guerra comenzó a organizar la muerte de Montesquieu?" (J.J Armas Marcelo). 

"A los pocos días de ganar las elecciones, Felipe González descolgó el teléfono para llamar a Barrionuevo. Quería que se hiciera cargo del Ministerio del Interior. ... En esa primera entrevista Felipe González se refirió varias veces a Manuel Azaña, que pudo haber sido un gran Presidente de la República y quizá evitar la Guerra Civil, si hubiera sido capaz de mantener y garantizar el orden público. ... Azaña, en esas semanas en las que Felipe González había ganado ya las elecciones, pero todavía no era Presidente del Gobierno, fue un punto constante de referencia en sus conversaciones, como ejemplo que no había que seguir, a pesar de su admiración por el político republicano." (Pilar Cernuda).

“En un país del que Ortega y Gasset había dicho que era puro pueblo y donde, según Azaña, el burgués nunca tuvo prestigio, la izquierda asumía ahora la cultura del dinero, la filosofía del enriquecimiento. (...) La cultura del enriquecimiento, el glamour del dinero y del éxito, dañó, sin embargo, la ética colectiva y provocó al tiempo admiración y rechazo social.” (Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox ).

DdA, X/2.523

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