
Antonio Aramayona
El PP tiene razón, no seamos envidiosos y no nos neguemos a reconocer
la realidad de sus logros. Ya se atisba la salida de la crisis y tras
tocar fondo, estamos iniciando el vuelo. El Gobierno de Mariano Rajoy está alcanzando sus últimos objetivos socioeconómicos y el propio ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro,
lo ha explicado alto y claro en la Escuela de Verano del PP en Gandía:
la posición económica de nuestro país es "inédita", nos recuperamos "a
una velocidad que estamos rompiendo los pronósticos", lo que le lleva a
concluir que "España es el gran éxito económico del mundo"; más aún, es
"el ejemplo del mundo". Entretanto, la ministra de Empleo y Seguridad
Social, Fátima Báñez, rezaba, agradecida, a su Virgen del Rocío por tan portentoso milagro, el diario ABC
anunciaba la buena nueva proclamando que "sigue la buena racha en las
cifras de desempleo en nuestro país" y el consejero de Economía del
Gobierno de Aragón, Francisco Bono, batía el récord de simplezas al declarar que el dato de agosto sobre desempleo es "el menos peor" desde el año 2005.
En realidad, el Gobierno del PP no está alcanzando sus objetivos
propiamente dichos, sino los que le han ido marcando Bruselas, el FMI y
el Banco central Europeo. En otras palabras, la salida de la crisis de
la que tanto alardea el PP es la que conviene a los grandes acreedores
alemanes, a los principales lobbies mundiales y europeos y al poder
económico-financiero en general. Pero hemos de reconocerlo sin ambages,
dejando la envidia a un lado y mirando de cara la realidad, pues el
Gobierno del PP está haciendo de maravilla sus deberes, sin salirse nada
de los renglones de la hoja de ruta que tiene puesta delante.
El
país cuenta con seis millones de personas que carecen de empleo (solo
un 63% cobra prestaciones por desempleo), con un paro juvenil superior
al 50%, la tasa de pobreza se sitúa en el 21%, más de dos millones de
niños viven por debajo del umbral de la pobreza, cerca de 23.000
personas viven en la calle y unas 180.000 personas se han quedado sin
cobertura sanitaria. Pues bien, visto lo visto, todo ello no es para el
PP algo casual o a erradicar, sino que forma parte del tipo de sociedad y
de país que se propone erigir y consolidar.
El PP considera
"esperanzador" que en un país de seis millones de parados 31 personas
que estaban en el paro ya no estén registradas en las oficinas de los
servicios públicos de empleo. ¡Hay 31 desempleados menos! Un rayo de
esperanza, sin duda, pues a tal ritmo no habrá un solo parado en España
en tan solo 16.430 años. Marean desde el Gobierno la perdiz hablando de
la tasa de variación interanual, de acceso a los mercados financieros y
de sacrificios necesarios, pero siguen marcando el rumbo hacia el mismo
punto del horizonte: una sociedad donde los ricos cada vez son más ricos
y el resto está sumido en una continua espiral de empobrecimiento: una
sociedad donde el trabajo para una buena parte de los desempleados es
una quimera, donde el trabajo es un regalo envenenado en manos
exclusivamente del empresariado potente, donde solo el 6% de los nuevos
puestos de trabajo son indefinidos, y el 94% restante está sujeto a la
precariedad y la explotación pura y dura. Eso es lo que, reconózcanlo o
no, quiere el Partido que gobierna. Por eso el PP lo está haciendo tan
bien y sus responsables económicos son tan triunfalistas.
Carlos Marx
dejó escrito hace ya muchos años que una sociedad capitalista necesita
una amplia bolsa de desempleados para que el trabajador tenga siempre en
mente que, si pide demasiado salario o se pone protestón, hay una
ingente masa de otros trabajadores potenciales dispuestos a trabajar por
menor dinero y en condiciones aún más desfavorables. Esa bolsa de
desempleados es hoy descomunal en los países deudores de los préstamos
concedidos en condiciones draconianas por los grandes poderes económicos
y financieros. La reforma laboral del PP es altamente beneficiosa para
quienes más tienen y pueden, pues el único empleo generado de allí es
escaso y es basura.
En el subconsciente colectivo de la
ciudadanía brilla fulgurante el axioma "Ándate con cuidado, que como
asomes la cabeza, hay seis millones de parados esperando". Por eso
España se ha convertido en el país del miedo por perder el trabajo, o no
ser contratado, o quedar fichado o privado de prestaciones sociales o
ayudas asistenciales. El PP lo está haciendo de cojón de pato. Por eso,
los "mercados" aplauden, y las grandes empresas y fortunas ven
satisfechas sus demandas, mientras los dirigentes sindicales y de los
partidos presuntamente de izquierdas hacen bellas declaraciones donde
critican vehementemente la política gubernamental. Tras sus palabras, se
hace de nuevo el silencio.
DdA, X/2.480
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