Antonio Aramayona
Tras la suspensión del acto de apertura del curso universitario
2013-2014, que debía celebrarse el lunes pasado en el Paraninfo de
Zaragoza, presidido por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y el Príncipe Felipe,
es un hecho que existía el temor fundado por parte de algunas
autoridades de probables "alteraciones" y "graves incidentes" dentro y
fuera del Paraninfo. A esas autoridades les esperaba pasar un mal trago
del que se harían eco los medios de comunicación y conocería todo el
país, por lo que esas mismas autoridades han querido presentar la
decisión de suspender el acto como una acción unilateral y precipitada
por parte del rector de la Universidad de Zaragoza, Manuel López,
aunque vamos conociendo que tal decisión contó con el asentimiento
previo del ministerio y con toda probabilidad también del conocimiento
de la Casa Real.
Pero vayamos al grano: la indignación y el
hartazgo creciente de la ciudadanía en general y la sociedad educativa
en particular por la política perpetrada por el Gobierno central de Rajoy y el Gobierno autonómico de Rudi
en materia educativa. En efecto, la educación, concretamente la escuela
pública, está siendo sometida a duros recortes presupuestarios, de
plantillas, de becas e infraestructuras que están conduciendo al
deterioro y la eliminación de lo arduamente conseguido durante muchos
años. La universidad va por el mismo camino y adolece de iguales
recortes, por lo que difícilmente puede cumplir debidamente su misión
docente e investigadora si se mueve en la incertidumbre económica, ve
mermada sistemáticamente su plantilla de profesores, decenas de miles de
estudiantes se ven obligados a renunciar a continuar sus estudios por
el recorte de becas y la difícil situación económica de sus familias, a
lo que hay que añadir el permanente goteo de fugas de cerebros, el
progresivo deterioro del sistema I+D en nuestro país y la merma
incesante de las plantillas de investigadores.
Pues bien, a raíz
de la suspensión del acto de apertura del presente curso universitario
en Zaragoza, también han ido saliendo a la superficie algunas de las
ideas y las actitudes más impresentables de algunos políticos aragoneses
(chirrían los oídos aplicando la palabra "político" a semejantes
sujetos). Por ejemplo, Gustavo Alcalde, Delegado del Gobierno en
Aragón y preclara encarnación del Principio de Peter, además de expresar
"sorpresa y vergüenza" ante la cancelación del acto, puso de manifiesto
el concepto que tiene de su cargo al afirmar que "estamos aquí para
garantizar la seguridad": colaborar con la universidad, según él,
equivale a mandar "dispositivos de seguridad" a mantener el orden debido
dentro y fuera del campus universitario. En su pequeña cabeza no le
cabe la menor duda de que el acto de apertura del curso universitario
habría ido de perlas si al Paraninfo hubiesen acudido sus tropas y sus
pelotones. De educación y de universidad, ni una sola palabra.
Mención aparte merece la consejera de Educación, Cultura, Universidad y Deportes del Gobierno de Aragón, María Dolores Serrat.
Malo es que "lamentara" la "desproporcionada", "triste y lamentable"
decisión del rector de suspender el acto (decisión que contaba con el
"asentimiento del ministerio": ¿Serrat, ignorante, cínica o hipócrita?),
pero mucho peor que achacase a "la coacción y la amenaza" las causas de
dicha suspensión, cuando ella, su Gobierno y el Gobierno central están
demoliendo sistemáticamente la red pública de enseñanza con sus recortes
y su cicatería. Serrat se refugia en el rancio tópico de la necesidad
de "marcar límites" en el sistema educativo y la sociedad, cuando ella
no tiene límites a la hora de mermar las plantillas de docentes, no
cubrir los puestos que dejan vacantes el profesorado que se jubila,
impedir que decenas de miles de jóvenes deban abandonar sus estudios
universitarios por falta de recursos económicos, dar la espalda al hecho
cotidiano de los niños y niñas desmayados en el colegio por haber
comido poco o nada en sus casas, de las familias con la imposibilidad
material de comprar un solo libro de texto para sus hijos-
La
consejera Serrat pone la guinda en ese desaguisado de pastel cuando
afirma que "hace falta una educación en valores que sepa marcar con
claridad cuáles son los límites entre la protesta y lo que es un boicot a
los actos institucionales". Su educación en valores pasa por eliminar
del currículum la asignatura Educación para la Ciudadanía y reforzar
hasta condiciones asfixiantes la asignatura Religión y Moral Católicas,
sin olvidar que sus valores en educación se fundamentan en cumplir
obedientemente los dictados provenientes de la Troika: privatizar,
recortar y mermar la calidad, pues el dinero y el poder tienen sus
propios colegios y sus propias universidades, cuya única condición de
ingreso es contar con el dinero suficiente.
Para colmo de males, el Delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde, no manda a sus tropas a pedir cuentas al consejero de Sanidad, Ricardo Oliván,
que ha paralizado el proyecto del nuevo hospital de Teruel (48
millones) para evitar que este sufra ¡"las consecuencias de un terremoto
de alta intensidad"! Entretanto, el actual Justicia de Aragón, García Vicente, contando ovejitas...
DdA, X/2.494
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