miércoles, 31 de julio de 2013

NADIE PODRÁ PROBAR QUE RAJOY ES INOCENTE

Jaime Richart


Este asunto debiera resolverse con un careo ante el juez instructor entre el ex tesorero del partido en el gobierno y el presidente de gobierno. Pero no hay miedo. Nunca se va a realizar. El presidente de gobierno va a comparecer en el Congreso para dar explicaciones sobre las acusaciones del ex tesorero y ex gerente del partido. El acusador, ahora en prisión preventiva, afirma haberle obsequiado con asignaciones mensuales durante varios años siendo él mismo ministro de Administraciones Públicas, paradójicamente el encargado de vigilar el cumplimiento de las normas de incompatibilidad entre la remuneración de los ministros del gobernó como tales y cualquiera otra pública y privada. 
La principal defensa y reparo que periodistas de todos los colores y los políticos del partido acusados de lo mismo frente a dichas acusaciones suelen hacer es que no se debe creer a un delincuente del que además ya hay evidencia de que ha mentido, y sí se debe creer a un presidente de gobierno por el hecho de serlo y porque es un hombre honrado. Olvidan deliberadamente que cualquier persona necesita casi toda una vida para conseguir buena fama, pero puede perderla, y así sucede con frecuencia, en un sólo descuido.
En primer lugar este mismo "delincuente" ha sido defendido hasta hace dos días por los que ahora basan su defensa en imputarle falta de credibilidad.  Han llevado tan lejos esa defensa, hasta el punto de haberle oído decir al presidente que "nadie podrá probar que no es inocente".
En segundo lugar, con independencia de que el encarcelado sea un delincuente provisional hasta que aclare de dónde proceden cincuenta millones o más repartidos por paraísos fiscales, su credibilidad o falta de credibilidad no está muy lejos de la que ha cosechado el presidente de gobierno a lo largo de dos décadas. Desde aquella ridícula mentira consistente en calificar de "hilillos de plastilina" lo que eran toneladas de fuel saliendo por el casco del petrolero Prestige siniestrado, hasta sus declaraciones hechas a lo largo de la legislatura, desmentidas, todas y cada una por la siguiente y por la realidad, este señor no ha hecho otra cosa que mentir a la ciudadanía.
En tercer lugar, estas acusaciones, antes de concretarse para la opinión pública gracias a la comisión rogatoria atendida por un banco suizo, por cierto remitida por un juez injustamente apartado de la carrera judicial, vienen precedidas de la sospecha generalizada en la ciudadanía española de que los políticos en general y este partido en particular dejan mucho que desear en materia de honradez y honestidad. Razón por la cual las acusaciones del ex tesorero y las que hizo en el origen de todo este culebrón político un concejal del propio partido, tienen todos los ingredientes y verosimilitud posibles de ser creídas y ser verdad.
En resumidas cuentas, nunca, en treinta y cinco años de parodia de democracia en este país, ningún presidente hasta el actual ha sido tan mentiroso, y nunca hemos tenido la convicción, tanto moral como material, de que nadie podrá probar que este presidente es inocente.

DdA, X/2.447

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