Félix Población
Hace unos tres años, cuando esos programas eran todavía posibles en TVE 2, pudimos ver el magnífico y conmovedor documental de Israel Sánchez-Prieto Siempre días azules,
realizado cinco años atrás y basado, sobre todo, en el testimonio de
dos ancianas de la comarca leonesa de Babia que pasaron toda su vida
buscando los restos de sus respectivos hermanos, asesinados por el
franquismo en 1937. Junto a Isabel y Asunción, el film refleja asimismo
la búsqueda del padre de Senén y Santiago, que junto a cuatro vecinos
más de la localidad Fresnedo, detenidos en una madrugada del mes de
noviembre de 1936, también fueron ejecutados después de que sus
apresadores quemaran sus casas.
En el film se detalla todo el proceso de recuperación de los restos
en 2002, en un terreno próximo a la carretera -con la presencia
emocionada de las hermanas e hijos de las víctimas-, así como la
verificación de las pruebas de ADN que, en los casos de Isabel y
Asunción, no dará el resultado previsto. No faltan en el documental,
durante los trabajos de excavación, opiniones encontradas acerca de la
necesidad o inconveniencia de verificar tanto tiempo después esa tarea,
si bien la creencia mayoritaria se inclina por la percepción
sustentada por las dos ancianas: Hasta que no se levante la tierra no tendremos paz.
Isabel y Asunción, ya nonagenarias, asistían a un duelo con más de
sesenta años de retraso. Los arqueólogos se enfrentaban a uno de sus más
tristes destinos, pues su trabajo se centraba en una consecuencia de la
barbarie humana. Se trataba y se trata de restos humanos enterrados con una vinculación
emocional cuyo mayor significado es el de mostrar al porvenir que no se
puede cometer ningún delito que pueda quedar impune, por más que lo
sepulten décadas de olvido.
Isabel y Asunción no se separaron de las fosas mientras duraron los
trabajos de recuperación, en los que la propia Isabel estaba dispuesta a
colaborar. Por obligación, deber y amor -dice-, todas las víctimas deben descansar en paz.
Isabel era católica, de las que rezaba el rosario en familia, mientras
que Asunción es anticlerical: los suyos leían el periódico cada noche.
Una se quedó en España después de la guerra. La otra se fue. Las unía en
el abrazo, ante la tierra tanto tiempo silenciada, la memoria fraterna
de dos vidas rotas por la vesania represora. Y también el recuerdo de
una niñez común, azul e iluminada, como la que don Antonio Machado dejó
descrita en un papel en el exilio de Colliure con un último verso: Estos días azules y este sol de la infancia…
Ni el documental ofrecido por TVE, ni el elocuente y humanísimo
testimonio de Isabel y Asunción se merecen el resumen que se da del
film en el programa de telexto de la propia TVE: Largometraje
documental sobre las fosas comunes de la Guerra Civil desde la óptica
izquierdista ya que sólo trata las de este bando. Según el anónimo redactor de tal glosa, lo que se cuenta en Siempre días azules constituye el germen de la izquierdista Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Esto se escribió, no lo olvidemos, mientras gobernaba el Partido Socialista, bajo cuya administración se aprobó la llamada ley de Memoria Histórica.
En la Guerra de España -como se sabe- sólo hubo un bando, el rebelde, frente a un Estado, el legalmente constituido. Y en Siempre días azules
no hay más germen que el de recuperar los nombres, la dignidad y la
luz de la memoria de las víctimas de la dictadura, porque -como dicen
Isabel y Asunción- no habrá paz hasta que no se levante la tierra que cubre tanta muerte injusta y alevosa. Isabel ya se ha muerto, esperando. Asunción ha perdido la esperanza. ¿Qué país pretendemos levantar sobre el dolor de tanta impunidad y tanto olvido como reflejan esos ancianos rostros?
DdA, X/2.440
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