Dicen quienes tienen el privilegio de frecuentarlo, entre los que no podían faltar los políticos y hasta algunos ministros del actual gobierno, que en La Manduca de Azagra, el excelente restaurante de calle Sagasta de Madrid, es recomendable entre los entrantes la tarrina de foie de pato con reducción de Oporto o el milhojas de foie de manzana y salmón caramelizado. Ya plato adentro, gustan mucho el rabo de toro deshuesado con boletus, el cogote de merluza o el corderito en chilindrón. Para postre recomiendan la tarrina de queso con membrillo sobre fondo de cuajada. Sépalo un país donde dos millones de niños pasan hambre y 30.000 familias tienen dificultades para dar de comer a sus hijos.
Fiel
a su cita gastronómica en los años de gobierno, el expresidente Rodríguez
Zapatero no deja de visitar La
Manduca de Azagra ahora que todos los que le tratan hablan de
un hombre relajado, satisfecho y hasta rejuvenecido, que se siente feliz con
sus nuevos negocios y saludables ocios. Entre los primeros están sus
actividades en el Consejo de Estado y sus conferencias, así como la escritura a
mano de sus memorias, por las que recibirá una gran suma dineraria que de
seguro no se merecen y que no se traducirá tampoco en un éxito de ventas, a la
vista de la escasa repercusión que tuvieron las de Aznar o Bono.
Entre
los ocios de Zapatero no podía faltar el footing, un ejercicio que practica en
torno a su nueva residencia madrileña, con la posibilidad incluso de
encontrarse con quien le precedió en La Moncloa, el señor Aznar, aunque a éste le socaven
más las malas pulgas que la gustosa placidez de la que dicen disfruta su sucesor. Rodríguez
Zapatero confesó en una conversación informal con Irene Lozano que se cuida
mucho de no coincidir con Aznar en los mismos derroteros, aunque los dos hayan
quedado estampados como jefes de gobierno en los derroteros de la historia.
El primero, por sus
mentiras sobre la gran masacre del 11M, y el segundo por no haber dimitido a
tiempo ante la imposibilidad de saber enfrentarse a la crisis económica de acuerdo con los principios que expuso en
su primer discurso de investidura, poco después de aquella trágica fecha.
DdA, X/2.418
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