
Jaime Richart
Aunque siempre son necesarias reservas sobre el particular, pues toda
sociedad es un conglomerado de rasgos caracteriológicos (y con mayor
razón las sociedades complejas por sus diferentes climas, orografía e
historia), en el ámbito de las disciplinas sociales: geografía humana,
sociología, antropología o psicología social es posible afirmar que el
pecado capital por antonomasia del español es la envidia. Fernando
Díaz-Plaja lo vio con lucidez hace años en su ensayo "El español y los
siete pecados capitales".
Esto tiene muchas y graves consecuencias para la colectividad.
Porque en España, en la empresa como en la política, en la res publica
como en las comunidades de vecinos, ordinariamente la jefatura siempre
está en manos del envidioso que además suele ser ambicioso al acecho de
su oportunidad, que además es vanidoso, fatuo y tramposo. Siempre el
envidioso, el mediocre o el peor posible; siempre el incompetente y el
listillo sin escrúpulos en el timón de mando, con las excepciones de
rigor...
La ausencia de los mejores es la triste realidad social. Y eso lo
pagan muy caro grandes sectores de la población. Los mejores no están,
por razones claras. Si se deciden en un momento de debilidad a servir a
los demás, duran sólo horas al percatarse de que les va a ser imposible
hacer su trabajo y ser íntegros al mismo tiempo; aunque sólo sea por
tener que consentir lo que su conciencia no les permite consentir. Los
mejores no están, porque los mediocres tienen todas las de ganar. Los
mediocres, a falta de verdadera inteligencia y honestidad, poseen las
habilidades que se han extirpado de su ánimo los mejores. El truco, la
trampa, la mentira, la cuenta b, el engaño y la picaresca tan arraigada
en el carácter hispano, son los rasgos dominantes.
Todo esto viene a cuento de la selección de fútbol "Under 21" que
juega ahora el campeonato europeo, cuyo partido entre Alemania y España
veía yo ayer por televisión. Como no podía ser de otro modo, acabó
ganando España... Con trampa. Como el portero de la selección es un muchacho que venía sonándome
desde hacía tiempo y me extrañaba que tuviese menos de veintiún años,
hice la comprobación, tan fácil hoy por estar al alcance de cualquiera. Y
vi que tiene 23 años. Seguí consultando y de los que iba cotejando
ninguno, salvo dos, tenía menos de los 21 preceptivos que se supone es
la regla y condiciones del campeonato. No seguí mirando más.
Me preguntaba mi esposa que cómo es posible que no hiciesen esa
comprobación la Uefa o los alemanes. Yo le respondí que no se puede
pasar la vida ni la sociedad ni Europa desconfiando hasta la neurastenia
en todos los negocios que las personas y los países se traen entre
manos. Quienes están al frente de la selección Under 21 presentaron los
datos de la edad de los jugadores mintiendo, y los organizadores de la
Uefa, como el equipo alemán, los dieron por buenos, y en paz...
Esto me llevó a la siguiente conclusión: España, con lo comentado
acerca de la idiosincrasia del español, es campeona de muchas cosas.
Pero, para conseguir lo que no consigue en otros ámbitos, entre otras
cosas respeto internacional ¿cuántas trampas hacen los organizadores y
jerifaltes deportivos? ¿a cuántos chanchullos se someten sumisamente los
deportistas profesionales para lograr lo que sin trampas -ventajas, al
final, sobre sus competidores- no conseguirían? ¿No es esto prueba
fehaciente en otros órdenes de la política, de la economía, de la
banca... de que España como marca y como miembro en el concierto de las
naciones europeas es un bluff, una colosal mentira? ¿No es España una
gran nación de naciones en manos, siempre, ahora e históricamente, de
los peores posibles?
Así nos va. Ahora que vamos fatal, pero también cuando nos decían
que íbamos bien pero era con engaños, baladronadas y placebos cuyos
efectos rebote nos han traído a la situación catastrófica para millones
de personas. Siempre la envidia, los fulleros, los truhanes y la
picaresca: el marchamo de este hermosísimo y puñetero país.
DdA, X/2.410
3 comentarios:
Peroperopero... líbreme el cielo de defender españolidades, pero es que en la eurocopa sub 21 participan los jugadores que nacieron a partir del 1 de enero de 1990, porque se cuenta a menores de 21 años (on su año de 21) a partir de que empieza la clasificación, es decir en 2011.
Vamos, que Alemania igual, ¿eh? Este muchacho por ejemplo jugó el partido contra España y tiene 23 http://es.soccerway.com/players/oliver-sorg/89662/, este 22 http://es.wikipedia.org/wiki/Stefan_Thesker y así podría seguir.
Que la crítica de fondo del texto pues vale, pero no a partir de un dato falso. Digo yo.
Como puede verse, nada es lo que parece. Pero eso sí, todo tiene respuesta.
Lo que menos importa es que el espectador crea, engañado, que los que están jugando son chicos menores de 21 años...
Pero... ¿dónde está el engaño? No lo entiendo. La competición dura dos años (lo que está sucediendo ahora en Israel es solo la Fase final). Pues participa la gente que tuviera 21 años en 2011, cuando empezó. Sin más.
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