Ana Cuevas
Es la marca del partido. El impulso cavernícola que subyace bajo sus
anacrónicos pellejos. A veces, casi logran maquillarlo con unos retoques
de cinismo e insustancial verborrea. Otros, como el señor Sigfrid
Soria, son más espotáneos. Especímenes en estado puro que dan rienda
suelta a una mala hostia que no les cabe en el cuerpo. Después de leer
su twitter, he de confesar que tuve dudas con eso de repartir "ostias"
entre los perroflautas. ¿Les ofrecía moluscos? Pero inmediatamente
comprendí que, para ser diputado o miembro de la Junta directiva
Nacional, no hace puñetera falta saber ortografía. ¿Pero qué
digo?¡Estamos en España!. En realidad aquí, para ocupar cualquier cargo,
no hace falta saber nada de nada. Entonces pensé, ¿les querrá dar la
comunión? Como son tan buenos católicos estas gentes. Aunque eso sí, de
los de con el mazo dando.
Porque además de las hostias (de las que
duelen, con hache), prometía arrancar la cabeza de cualquiera que osara
tocar a sus hijas. ¿Y qué tienen que ver sus hijas con el escrache?- se
preguntarán ustedes- ¿Acaso han sido molestadas por los dichosos
perroflautas? En absoluto. Nadie pretende causar el más mínimo daño a
estas pobres criaturas. Bastante tienen con lo de su padre. Es otra vez
la mala hostia que emplea Sigfrid para justificar su violencia
utilizando a sus hijas torticeramente.
Reducirnos a hostias y a
fuerza de repetir sus mentiras, esa es la estrategia. Justificar la
represión describiendo la pacífica resistencia ciudadana que ejercen los
escraches como enfurecidas turbas de caníbales infanticidas. Los niños
son sagrados señor Soria, los suyos y los nuestros. En un escrache se
pueden ver personas de todas las edades. Incluso amas de casa y
jubilados de más de setenta años que no tienen idea de qué carajo puede
ser un perroflauta. Pero que también defienden a sus hijos, a sus
vecinos, a sus amigos... y sin amenazar con destrozar las cabezas de los
que están destrozando las vidas de sus seres queridos. No lo necesitan.
No son de su misma raza.Los suyo es dignidad a cuerpo descubierto.
Un legítimo reclamo de justicia que recibe por respuesta una somanta de
hostias por gentileza de las serviles fuerzas de inseguridad del estado
Tienen
suerte estos bellacos de que muchos españoles no tengamos su mala
hostia. De que aún conservemos escrúpulos. Pero que no se confíen, que
no tensen más la cuerda. Por si las moscas.
DdA, IX/2357
1 comentario:
No me extraña Ana, la reacción de estos energúmenos;son los herederos de aquellos que sacaban a "ostias" y acompañados del que daba la hostia, de sus casas, con nocturnidad,
los "hacían desaparecer" en cualquier camino, y...hasta hoy. Para colmo, dicen hablar en nombre de la democracia, cuando si pudieran, volverían a hacer lo mismo; ellos son los "poseedores de valores eternos", los demás somos escoria y "perroflautas".
Lo más lamentable es la cantidad de votantes engañados y que gracias a ellos, estamos sufriendo la desmantelación de todo lo que huela a bienestar social.
Salud y República
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