Xose Manuel Beiras, el veterano parlamentario nacionalista gallego, habló hace unas fechas con mucha pasión en la sede del Parlamento de aquella comunidad autónoma, tras iniciar su intervención con un cariñoso recuerdo para el fallecido escritor y economista José Luis Sampedro, cuya vida y magisterio ejemplares tan distintos son al asunto que se debatía ese día entre los políticos gallegos: la relación de amistad en el pasado del actual presidente de de la Xunta de Galicia, señor Feijóo, con el narcotraficante Dorado. Dijo Beiras que el caso le hacía llorar de asco, vergüenza e indignación, y tal sentimiento parece más que ostensible en la respiración y el tono de voz del diputado. Es de suponer que a las madres de los muchos jóvenes gallegos que en su día se engancharon a la droga con gravísimas repercusiones para su salud, la actitid de Beiras les haya hecho bien al sentirse representadas por un político que llega a conmoverse con esos sentimientos ante la noticia de que el tal narcotraficante, ahora en la cárcel, recibió como empresario subvenciones públicas por parte del gobierno o los gobiernos de la Xunta de Galicia. Personalmente también me sentiría representado por un parlamentario que, en el Congreso de los Diputados de Madrid, diera pruebas de ese misme temple emocional ante los derroteros de un país donde el malestar de una mayoría de ciudadanos, acogotados por los recortes y más recortes del Gobierno, ha de soportar día tras día las informaciones reincidentes en la corrupción política, al tiempo que crece el número de desempleados, el número de desahuciados sin vivienda, el número de pobres y el número de jóvenes sin futuro como más claro síntoma del azaroso porvenir que se nos presenta. Esto también es para llorar de asco, vergüenza e indignación por la ineptitud de quienes han sido elegidos para evitar lo que puede ser o ya está siendo una catástrofe social.- Lazarillo
DdA, IX/2358
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