Jaime Richart
Iñaki Gil San Vicente escribe
en Rebelion La corrupción es necesaria: un formidable trabajo de
prospección histórica acerca de la corrupción, desde Hammurabi hasta
nuestros días. Empieza diciendo: "Comprendo
que sorprenda la tajante afirmación contenida en el título, y sobre
todo que sea rechazada. Pero es cierta, tanto para la economía mercantil
precapitalista como para la capitalista. Todo depende de dos
aclaraciones previas: qué entendamos por necesidad y qué criterio ético
utilicemos. Lo necesario es lo imprescindible para que un proceso siga
desarrollándose".
Me
detengo en este último párrafo y no llego a comprender cómo siendo un
brillante artículo con ribetes de ensayo, que bien pudiera haberse
presentado como una sinopsis histórica de la corrupción, lo degrada
eligiendo el titular y siguiendo por el párrafo señalado, para explicar
que un proceso se desarrolla a condición de no prescindir de lo
necesario para su desarrollo. Y digo lo degrada, porque es posible y
hasta cierto que sea necesaria en tanto que imprescindible la
prostitución. Pero no creo que para que "el proceso siga
desarrollándose" "debamos" (en cuanto necesario) admitirla, y menos aún
cuando no son manzanas podridas sino todo un árbol lo que está
putrefacto. Tal como lo expresa San Vicente, hace de su exposición una
proposición apodíctica, que en filosofía es "lo necesariamente
verdadero", a lo que los escépticos contestamos ¿dónde podemos localizar
algo "necesariamente" verdadero que no sea una principia petitio?
En
la vida individual y social todo es cuestión de dosis. Aun sin
conocer todo lo que sabemos, ya sabemos que la corrupción existe en
todas partes y está extendida en este país. Pero también sabemos que en
unos países hay poca, en otros mucha y en otros, como en España, sólo
islas de integridad en la política y en la judicatura y en las
parroquias y en la Medicina y la abogacía… y en la empresa sólo ingenuos
que fracasan por evitarla. Y que en aquellos países dimiten por lo que
aquí se considerarían motivos ridículos, y aquí se hace constantemente
de lo deshonroso virtud.
Por
eso, no contesto al fondo de la exposición de San Vicente, sino
precisamente a ese tufo de cinismo que hay tanto en el titular como en
el recorrido de su tesis que, más que explicaciones didácticas parece
encerrar un alegato en favor de la corrupción para que "el proceso siga
desarrollándose", y en consecuencia para que no se bloquee si se
extreman las medidas para evitarla. Ya sé que él no es eso lo que
pretende. Pero el estilo es el hombre, y el silogismo construido de una u
otra manera resulta atractivo, o repulsivo. Porque,
a mayor abundamiento, decir que la corrupción es "necesaria" para que
la economía precapitalista y la capitalista se desarrollen, pertenece a
esa clase de razonamiento no explícito sino como inferencia, de la
apologética catolicista: "es necesario que haya pobres que sólo entrarán
en el reino de los cielos por la resignación, para que haya ricos que
sólo entrarán por la caridad", y a la inversa.
En
resumen, una excelente lección de historia de la corrupción. Pero no
era "necesaria" para su desarrollo, más bien resulta odiosa, su manera,
que resulta disculpatoria, de presentárnosla como inevitable o
necesaria. Sí, disculpatoria. Pues emplea un corolario perverso sin
pretenderlo: si es necesaria la corrupción para el desarrollo del
capitalismo financiero, siendo así que no hay posibilidad de cambiar el
marco económico y político excepto por revolución, bien venida sea la
corrupción que permite el desarrollo del capitalismo financiero.
PUNTOS DE PÁGINA
El tocino de Rosell
La crisis económica la provocaron los bancos y los empresarios del
ladrillo, esos a los que don Rosell representa. Y si este desaguisado
provocado por ellos tiene alguna solución no es despidiendo funcionarios
—por muy vagos que sean—, sino persiguiendo con seriedad el fraude
fiscal masivo que llevan a cabo —a juzgar por el comportamiento de su
antecesor en el cargo— buena parte de los empresarios afiliados a la
CEOE. +@Antonio Orejudo
DdA, IX/2.302
No hay comentarios:
Publicar un comentario