jueves, 31 de enero de 2013

GOBIERNO Y PP CERCAN EL ESTADO DE DERECHO

Hola Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, ¿os tiembla el pulso al veros en los papeles de Bárcenas? 
Rajoy Dimisión. 
Rafael Jiménez Claudín
Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Ángel Acebes, Javier Arenas, Francisco Álvarez Cascos, Jaime Mayor Oreja, Rodrigo Rato y otros cargos del Partido Popular aparecen citados en listados contables elaborados por los tesoreros del PP Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas para controlar las entregas de dinero procedentes de ingresos anónimos de personas y empresas incursas a su vez en casos de corrupción política y administrativa, en lo que supone el caso más grave de atentado al estado de derecho en España desde el fatídico 23 de febrero de 1981.
Según el resumen de la información de El País que aportamos hoy en Periodistas-es, el periódico documenta retribuciones no oficiales de altos cargos del PP que provienen de empresarios imputados en casos de corrupción, entre ellos de la trama Gurtel, y esta relación invalida cualquier pretendida investigación que se pueda hacer sobre los hechos, tanto desde el propio PP como desde el Gobierno, ya que serían parte involucrada en el proceso, como se ha puesto de manifiesto en el trato dado por Hacienda a Luis Bárcenas a través de la Amnistía Fiscal.
Pero siendo grave las imputaciones de financiación ilegal, alegal o atípica, da igual la formulación final que tengan las llamadas donaciones hechas por simpatizantes y empresarios al PP, es aún más grave que se establecen conexiones entre los procesos de privatización de servicios públicos emprendidos en distintos ámbitos de gobierno del PP con las empresas adjudicatarias, que muestran un vaciado total del estado de bienestar en favor de la mercantilización de la gestión de la sanidad, la justicia, la educación o de recursos fundamentales como el agua, pasando por encima de cualquier consideración de profesionales o ciudadanos afectados, sin olvidar el vaciado de las entidades bancarias y de las cajas de ahorro en favor de consejeros y especuladores.
Hay que reconocer que esta gente del PP se lo ha montado muy bien, y que para llegar al poder se han beneficiado de dos legislaturas socialistas que generaron el mayor desencanto conocido de la mayoría de centro izquierda que compone el electorado español desde la Transición, para ejercer ahora ese poder de forma contundente en beneficio de los intereses y objetivos sociales de una derecha que aglutina posiciones extremas y que considera que ha llegado el momento de implantar en España un nueva era de oscurantismo social, cultural, económico, religioso, para lo que cuentan tan solo con esta legislatura.
Y aquí surge la gran duda, porque si el descontento social sigue creciendo hasta el punto de invalidar una posible nueva mayoría del PP y otros partidos de la derecha en las urnas, el único recurso que le quedaría al entramado de poder actual es cercenar la base democrática del estado de derecho, y en esta línea de pensamiento hay que evaluar iniciativas de reducir la participación parlamentaria y cambiar las circunscripciones electorales que se están llevando a cabo o proponiendo en comunidades autónomas, y que se trasladarían al Congreso y Senado antes de que acabe el mandato.
El problema es que para frenar la involución democrática en España la ciudadanía no puede contar con partidos políticos de centro izquierda que se presenten libres de ataduras y complicidades que lastren su actuación, y que el movimiento ciudadano que ha comenzado a manifestarse carece de la articulación necesaria para imponer una agenda de regeneración a corto plazo.
Y en este escenario conviene recordar que los estallidos sociales motivados por la degradación de las situaciones personales hasta el punto de no tener nada que perder, como se han visto en la Francia de Sarkozy o la Grecia también son posibles en España, y que estamos abocados a ello si no se produce una reflexión rápida de la derecha democrática sobre la invalidez del proceso actual, que no se está desarrollando en favor de conceptos ideológicos que pueden se válidos, sino para acopiar recursos y fortunas por personas o grupos que medrarían igual con regímenes dictatoriales.
En España lo hemos vivido recientemente, desde el año 1936 al 1977, pero una gran mayoría de la ciudadanía no lo ha sufrido directamente, y eso dificulta aun más la toma de conciencia sobre qué está pasando y cómo podemos evitar volver al pasado.


DdA, IX/2.291

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