Trabajo en la sanidad pública como limpiadora desde hace casi 30 años.
Pero soy empleada de una empresa privada (una subcontrata) que a su vez
es pagada con dinero del contribuyente. Tras muchos años de lucha,
huelgas y conflictos con empresas que se lucraban imponiendo condiciones
esclavistas a las plantillas e incumpliendo los convenios con la
aquiescencia del SALUD (aunque solo sea por la dejación en sus
funciones de vigilancia del uso que se hacía de ese dinero público)
conseguimos equiparar nuestras condiciones laborales y económicas con
las de los trabajadores del SAS (servicio aragonés de salud) de
categoría similar. Ergo, la limpieza de la sanidad aragonesa lleva
décadas costando un pastón a la sufrida ciudadanía.
Si a los salarios de
los trabajadores sumamos el 21% de IVA que hay que abonar y el inflado
beneficio empresarial que las empresas rascan escatimando en personal y
materiales, es evidente que el servicio sale caro y con demasiada
frecuencia es bastante precario. Lo más lógico para abaratarlo sería
prescindir de los intermediarios. Es decir, que el SALUD gestionara
directamente el servicio de limpiezas sanitarias evitándose el
sobrecosto y garantizando la calidad higiénico-sanitaria en sus centros.
Sin embargo, a la hora de esgrimir la recortadora, la Consejería no se
plantea precisamente podar a las contratas. Aunque hacerlo supondría un
ahorro estimado por los sindicatos en un 50% de su coste total. Y todo
sin que se vieran afectadas las condiciones laborales del sector ni el
desempeño adecuado de las tareas de limpieza.
Por el contrario, una
gestión pública honesta podría mejorar considerablemente la asepsia
sanitaria por mucho menos dinero. Pero ellos, los implacables jefazos de
la sanidad aragonesa, no atienden a razonamientos lógicos. Optan por
reducir personal y salarios y mantener el tinglado. En realidad, les
importa un carajo la cuantía del ahorro si no pasa por el rodillo
privatizador. Ese con el que aplastan ahora la sanidad madrileña. El
mismo que amenaza a los trabajadores de laboratorios que empiezan un
encierro el día de Nochebuena en el Hospital Lozano Blesa de Zaragoza.
Un rodillo ideológico que impone la máxima ultraliberal: Robar todo lo
público ( o privatizar, como ustedes prefieran) para repartirse el botín
entre colegas.
No hay mas que ver la calidad humana y profesional de
algunos de los responsables del SAS. Personajes como el recién cesado
gerente Tomás Tenza, que fue nombrado a pesar de que incorporaba al
cargo graves acusaciones de prevaricación y acoso laboral. Seguro que
esos fueron sus méritos para que lo destinaran como responsable de las
relaciones con el personal. Si alguien te ha de romper la madre, al
menos que sea un profesional en la materia. En eso andaba el hombre,
desbrozando aquí y allá tan ricamente, cuando la fiscalía le cortó el
rollo a él. Y aunque sé que los manostijeras que nos mandan andan
sobrados de repuestos, no negaré la perversa satisfacción que me produce
este cese. De momento, vamos 1-0, señorTenza. No sabe el gozo público que
ha causado su caida. ¡Privatícelo si puede!
DdA, IX/2.260
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