Félix Población
En la localidad de Casar de Palomero, en la
comarca de Las Hurdes, todavía se puede visitar la habitación en la que pernoctó
el rey Alfonso XIII con motivo de su viaje a la zona hace ahora noventa años. La
expedición tuvo su origen en el estudio que el hispanista francés Maurice Legendre
realizó sobre Las Hurdes en 1910, haciendo notar las penosas circunstancias de
miseria, enfermedad y analfabetismo que afectaban a la comarca, una de las más deprimidas del país. Además de Miguel
de Unamuno, rector de la
Universidad de Salamanca, que acompañó a Legendre en 1913, en
1922 visitó la zona al lado del hispanista el médico Gregorio Marañón, junto a una comisión
sanitaria de la que formaban parte sus colegas Bardají y Goyanes, que al término
del viaje dieron a conocer un informe desolador sobre aquel ámbito de indigencia,
que bien podría responder a un paisaje humano medieval.
Esa documentación motivó al rey para prometer en
Salamanca un viaje a Las Hurdes, viaje que tuvo lugar en el mes de junio de
1922 y que discurrió a lo largo de cuatro días, con una amplia repercusión en los periódicos. Como demostraría Luis Buñuel diez años
después, cuando rodó en esa comarca el documental Tierra sin pan, nada cambió
allí a raíz de la visita de Alfonso XIII. Es más, en 1944, el hispanista francés
que había dado a conocer aquel deplorable escenario de penurias 34 años antes, escribió: “Sólo
Dios sabe cuántos sufrimientos físicos y morales ha infligido la tierra
despiadada de las Hurdes a quienes, por la culpa o la desgracia de sus
antepasados, se han visto confinados en esa prisión natural, donde la evasión
era mucho más difícil que en las prisiones con grillos y cadenas”.
Me he permitido esta recordación porque anteayer,
noventa años después, la monarquía española, en la figura del príncipe
heredero, ha vuelto a estar muy cerca de la pobreza y hemos tenido constancia
de ello, como en las instantáneas que hizo el reputado fotógrafo Alfonso del viaje a Las Hurdes del tatarabuelo de don Felipe. Felipe de Borbón había acudido al funeral en memoria
de Iñigo de Arteaga, XI duque del Infantado y marqués de Santillana. A
la salida de la ceremonia, que tuvo lugar en la iglesia de san Francisco de
Borja, se cruzó con una mujer rumana que pedía limosna. El príncipe,
desconocedor sin duda de que eso está volviendo a ocurrir cada vez con más
frecuencia en los atrios de las iglesias, no debió de interpretar esa lacerante
realidad o quiso seguir ignorándola, pues se limitó a estrecha la mano de la menesterosa, tal como se
aprecia en la imagen.
Se podría pensar cabalmente, a la vista del tiempo transcurrido, que los gestos de la monarquía borbónica española en las contadas ocasiones en que se acerca a los pobres, tanto hace casi un siglo como hoy, siguen siendo igual de ilustrativos.
+@Llamazares califica de desvarío que el rey no haga frente a demandas de paternidad
+@Llamazares califica de desvarío que el rey no haga frente a demandas de paternidad
DdA, IX/2.214
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