miércoles, 5 de septiembre de 2012

EL ECCE HOMO DE CECILIA COMO EFIGIE DE LA BANDERA ARAGONESA



Ana Cuevas


Cuando en esta tierra árida sopla el cierzo no cabe esconderse de sus efectos. El viento que nos gastamos por aquí se cuela por todas las rendijas, doblega voluntades, empuja sueños y distorsiona la percepción del personal. Ilustres paisanos aragoneses como Goya o Buñuel alumbraron creaciones inquietantes agitados por esta furia eólica que no atiende a la razón ni a la mesura. Yo diría que a Cecilia, la anciana restauradora del polémico "Ecce Homo", le agarró el mismo mal aéreo. Alentada por la usura del parroco de su pueblo (que no era proclive a gastarse un euro en la restauración del cuadro) la mujercica se puso manos a la obra y dió rienda suelta a la visión surrealista maña.

De culpar a alguien del destrozo, debiera ser al tacaño sacerdote que requirió los servicios gratuitos de la piadosa abuela. Por mi parte, me satisface el resultado del trabajo de Cecilia. De un modo inocente, la vecina de la localidad de Borja ha retratado el alma de este pueblo. La noticia ha recorrido el mundo y está siendo objeto de debate en los medios de 160 paises. Lo analizan desde el punto de vista religiosos, artístico o simplemente bufonesco. No tienen ni idea. Para que el nuevo Ecce Homo" te conmueva" hay que entender los entresijos de Aragonia. Saber que aquí, donde nunca pasa nada, milagrosos fenómenos son posibles.

Por eso emprendemos empresas- que pudieran parecer disparatadas a otras gentes- con alegría de orates. Como esa Expo de infraestructuras faraónicas que nos ha dejado endeudados hasta las trancas y con unas moles úrbanas que no tienen uso práctico. O esos barcos empeñados en navegar por un Ebro que apenas trae dos palmos de agua. O esos otros teleféricos que no transportan a nadie ni van a ninguna parte y cuyo desmontaje nos sale más caro que mantenerlos suspendidos en el vacío. O los proyectos megalómanos de nuestros líderes políticos que alientan propuestas churriguerescas como Gran Scala. O ese "interés general" con el que la DGA declara la peregrina idea de ampliar las pistas de esquí en el Pirineo y proyecta la construcción de 4.000 viviendas en uno de los últimos paraísos naturales de la comunidad.

A los de la Diputación General de Aragón: ¿hay alguién por ahí que esté despierto?, ¿no han oído hablar del estallido de la burbuja inmobiliaria o la crisis del ladrillo? Si no estuviéramos en Aragón, quizás tuviera sentido tanta pregunta. Pero en la tierra noble no nos perdemos en procesos lógicos o cuestiones racionales. Nos gusta mirarnos en esos espejos cóncavos que nos devuelven una imagen esperpéntica que alborota la conciencia. Igual que el "Ecce Homo" de Cecilia. Deberíamos bordar su efígie en nuestra bandera.
PAPANATAS ANTE EL ECCE HOMO DE BORJA
Antonio Aramayona
Ryanair ofrece vuelos por 12 euros para visitar el ya tristemente famoso eccehomo de Borja. El papanatismo se ha visto elevado así a los cielos entre los nimbos de un triunfo sin apenas precedentes: una señora del pueblo obtiene el permiso del párroco para restaurar un eccehomo del siglo XIX, se va de viaje a medio ultimar la chapuza artística, alguien señala que eso es un bodrio muy interesante, y miles de papanatas más se quedan mirando el dedo del desocupado mental de al lado y viajan hasta allí para hacerse una foto con el eccehomo devotamente emplastado, vitorean a la presunta pintora y piden que el cuadro se quede como está o que lo restauren respetando tanto el original como el emplaste. Entretanto, nadie habla de lo único que debería importar: el patrimonio artístico del pueblo, masivamente en manos de la iglesia católica, no parece tener el mínimo cuidado exigido para su conservación y mantenimiento. De hecho, no tiene explicación que la iglesia católica reciba anualmente 300 millones de euros de la CCAA y la Administración central para el sostenimiento, reforma y conservación de su ingente patrimonio artístico e inmobiliario(280 museos, 103 catedrales o colegiatas con cabildo y casi mil monasterios). El patrimonio eclesiástico es del pueblo y debe ser devuelto al pueblo, que lo pagó, construyó y mantuvo hasta nuestros días, mientras que la anécdota del eccehomo de Borja es una pantagruélico mezcolanza de frikis, devotos, escapularios, nacionalismos baratos y defensores a ultranza de la propia localidad. El pueblo de Borja puede regalar cuantos caballetes, lienzos, pinceles y pinturas tenga a bien donar a la anciana pintora. Sería conveniente que a la vez reclamase con el mismo celo el cuidado real de su propio patrimonio artístico, que la iglesia católica debería finalmente reconocer como propiedad de la ciudadanía.
ROBOS EJEMPLARES
Según el electricista de la catedral de Compostela, el deán le encargó el robo del Códice Calixtino por motivos publicitarios, una excusa poco convincente que la policía ha tomado a chacota. Sin embargo es una teoría que no debería descartarse tan a la ligera, teniendo en cuenta que antes de la conversión milagrosa del Ecce Homo en el Señor Patata, a la iglesia de Borja no iba ni Dios, como quien dice. Fue la insistencia eclesiástica en encargarle la restauración a una aficionada a los trabajos manuales la que ha elevado el antaño desértico templo en un epicentro de peregrinación artística.+@David Torres

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