miércoles, 1 de agosto de 2012

MEMORIA DEL MARQUESADO DE QUEIPO DE LLANO



Félix Población


El mismo día, 17 de julio, en que se cumplía el septuagésimo sexto aniversario del golpe de Estado que dio origen a la crudelísima Guerra de España y acabó posteriormente con la segunda República, el Boletín Oficial del Estado publicó la renovación de marquesado de Queipo de Llano, concedido al nieto del general franquista Gonzalo de Queipo de Llano, responsable de la gran represión perpetrada contra la población republicana en la provincia de Sevilla. No parece una casualidad -habiendo tantos días en el calendario- que esa disposición haya sido publicada en el BOE en fecha tan señalada, con la anuencia del actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.

El marquesado de Queipo de Llano se asienta sobre la memoria que uno de sus subordinados tuvo a bien reflejar formando parte del bando rebelde. Se trata de quien fuera Delegado de Propaganda del general felón hasta 1938, Antonio Bahamonde y Sánchez de Castro, cuyo libro Un año con Queipo de Llano: memorias de un nacionalista, se publicó por primera vez en México en 1938. El autor, según explica en el prólogo de su obra, no pudo soportar el horror que le causaban los asesinatos continuos y decidió escapar de la zona sublevada a través de Portugal, de donde pasó a Francia y de ahí a México: “El salir -afirma- se debe a mis constantes visitas a los pueblos. En ellos es tan grande la tragedia, son tantas y tan horribles las cosas que he presenciado, es tal la angustia que se apoderó de mi alma al ver continuamente tantísimos niños, solos, desamparados, hambrientos; he visto escenas de una crueldad tan infinita, que al contemplar tanto luto, tantos hogares deshechos, un solo pensamiento me dominaba hasta constituir mi continua obsesión: HUIR, huir lejos; que mi voz clamando justicia para tanto crimen, se alzara en los países libres; que el mundo civilizado se enterase de los procedimientos inauditos, nuevos en los anales del crimen, que se emplean en el territorio mal llamado “nacionalista”. He aquí unos cuantos párrafos entresacados del libro, obra de quien se consideraba profundamente católico: "Soy católico, y al serlo soy feliz…Sin embargo, los hechos que yo he visto realizar con el beneplácito y la bendición de la Iglesia, de sus más caracterizados representantes, y la cantidad de crímenes cometidos para los que nunca, en ningún caso, han tenido la más ligera insinuación de protesta, es lo que ha hecho vacilar mi fe y flaquear mis convicciones..."). Dice Bahamonde:

"Las charlas de Queipo de Llano, el trágico bufón, eran una calumnia continua. Todas las noches babeaba insultos contra todos los hombres dignos. No han respetado el sagrado de los hogares. Con vileza sin igual ha forjado las calumnias más obscenas. (...) Esto es creído por los que habitan la zona nacionalista, ya que un día y otro y otro, y así veinte meses seguidos, en la prensa, en la radio, por todos los medios y de todas formas, nos presentan a los "rojos" como una ladrones y criminales contumaces".
"Es cierto que las masas incontroladas en algunos casos cometieron crímenes. Pero de estos crímenes son responsables los sublevados. Esto es axiomático, sin que estos dejen de merecer la más enérgica y categórica condenación. Pero el pueblo nunca tuvo esa fiereza y ese salvajismo feroz de que los nacionalistas acusan a los "rojos" en su propaganda desenfrenada para pretender justificar lo injustificable. En mis viajes nunca, ni una sola vez, comprobé los hechos atribuidos a los republicanos en diferentes pueblos. Esos actos de salvajismo feroz sólo han existido en la imaginación calenturienta de Queipo y del sádico Millán Astray, que era el que muchas veces ordenaba propagar hechos truculentos para que no decayera la tensión de las gentes y reavivar el odio hacia los autores de estos falso crímenes"
" Todo lo que los nacionalistas han dicho de los rojos y muchos más, lo son los nacionales en grado superlativo. Son asesinos y ladrones. Si los rebeldes triunfan, será el triunfo de la barbarie".
"Gonzalo Queipo de Llano y Trassierra es uno de los criminales más grandes que registra la Historia. Franco y todos los traidores, (...) pasaréis a la posteridad como lo que sois, ¡ASESINOS! (...) Vuestro nombre sea maldito. En nombre de las víctimas sacrificadas a vuestro egoísmo os escupo en el rostro esta palabra, que vosotros sabéis muy bien es vuestra definición exacta: ASESINOS".
"Los católicos sinceros que están en la zona de Franco ven con el corazón angustiado los crímenes que todos los días cometen. Su conciencia no se explica el por qué las altas dignidades de la Iglesia no intervienen para que cesen las continuas matanzas, sino que antes al contrario, contemplan con amargura, cómo sacerdotes bendicen y alientan a los autores y responsables de tanta tragedia. Los católicos tenían la esperanza de que llegaría un día en que el Pontífice, enterado de la actitud del clero, con información veraz de lo que sucede en la España invadida, desaprobaría esa actitud, condenando tanta barbarie de las que han sido víctimas en muchísimos casos católicos ejemplares".
"El Santo Padre al bendecir a Franco y augurarle la protección divina, ha dado un duro golpe a la religión, dificilísimo de reparar. (...) El prejuicio irreparable, el gran mal lo ha hecho el santo Padre a los católicos que viven en la España invadida. Estos que VEN y SABEN de manera exacta las atrocidades y crímenes que todos los días se cometen, habrán contemplado con escalofríos que el Santo Padre augura la protección divina y bendice a los autores de tanta atrocidad. ¿Qué pensarían los miles de familias de católicas que han sido asesinados por los nacionales al ver que el Papa bendice a sus autores? Sus conciencias contemplarán estupefactas la santificación del crimen".

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