martes, 24 de julio de 2012

CARENCIA DE SENSIBILIDAD Y EMPATÍA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN



Alejandro Prieto


Al escuchar al tertuliano pronunciar la frase a los que nos apasionan estos asuntos me quedé bastante descolocado, pues el tono denotaba más afición que aflicción, cuando el tema no versaba sobre la marcha de la economía o la historia del flamenco, sino sobre el desarrollo y la evolución que pudiera tener el conflicto armado que asola Siria.

Hace unos días pude contemplar la exposición del Encuentro Internacional de Fotoperiodismo que tuvo lugar en el festival literario de la Semana Negra (Gijón): cuarenta imágenes en las que no había una sola sonrisa ni atisbo alguno de ternura, alegría y serenidad, tan solo rostros anónimos desfigurados y rotos por el sufrimiento, la impotencia, la furia o el rencor, ciudadanos sirios sacudidos y envueltos en una ola de odio, crueldad y destrucción. La verdad, un escenario al que fui incapaz de encontrarle signo o matiz alguno de seducción.

Con más frecuencia de la deseada, pueden leerse u oírse comentarios en los medios de comunicación que evidencian una carencia de equidad, sensibilidad y empatía preocupante respecto a los problemas y las adversidades ajenas.

Qué fácil, frívolo o insensato resulta decir desde posiciones, digamos asentadas y confortables, que los pequeños comerciantes deben asumir y adaptarse a las nuevas tendencias de los consumidores, flexibilizando y estirando los horarios hasta superar la elasticidad del chicle; que se desguace la flota pesquera y se cierre la minería no competitiva en el mercado global, confiando el futuro de las familias a la capacidad de reciclaje, innovación y emprendimiento personal, sin considerar la coyuntura social, económica y laboral del momento; que sancionar la mendicidad, la prostitución o la recogida de chatarra es una medida ajustada e imprescindible para hacer frente y atajar los problemas; o que la falta de esfuerzo y dedicación es el obstáculo que impide saborear la miel de la estabilidad y el bienestar, al formar o estar integrados en un sistema que proporciona la igualdad de oportunidades.

Hay que tener cuidado con la vanagloria e indiferencia, pues la vida puede reservarnos desagradables sorpresas.

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