martes, 29 de mayo de 2012

"NO VOY A ODIAR", EL LIBRO DEL MÉDICO PALESTINO AL QUE LE MATARON TRES HIJAS




Félix Población

De la primera imagen no tenemos más información que la que describe o sugiere la propia fotografía. Una mujer palestina dialoga con un soldado israelí sin miedo al armamento que porta el militar. Lo hace cara a cara y con apostura resuelta, sin que sepamos el contenido de sus palabras ni la réplica que puede darle quien le escucha con el dedo en el gatillo. Ese dedo es muy indicativo de la actitud del soldado.

La segunda imagen es reciente y no nos ha llegado a través de las agencias de información occidentales. Procede del canal iraní en lengua española HispanTV. Esta sí tiene fecha y algunos datos. Militares israelíes atacaron el pasado domingo un colegio en la localidad de Qalqiliya, al este de Cisjordania. Los soldados, amén de obstaculizar la entrada de los estudiantes y los maestros de este colegio en la aldea de Kafr Qaddum, cerca de Qalqiliya, han revisado de forma ilegal las clases, según el Centro de Información Palestina, citando a Murad Ishtawi, coordinador de las semanales manifestaciones palestinas. Como consecuencia de esta agresión, los palestinos se enfrentaron con los militares israelíes. Los militares del régimen de Tel Aviv han invadido este mismo día diversas localidades en el sur y oeste de la localidad cisjordana de Al-Jalil (Hebrón) y detuvieron a un joven palestino. Los soldados israelíes, bajo diversos pretextos, atacan diariamente diversas zonas en Cisjordania y detienen injustamente a ciudadanos palestinos.

Amnistía Internacional (AI), en un informe titulado Estado de los derechos humanos en el mundo en 2012, divulgado este pasado jueves en Londres, critica duramente la violación de los derechos humanos y la violencia que comete el régimen de Israel contra la población palestina. La Organización no Gubernamental también ha denunciado al ejército israelí por el "uso excesivo de la fuerza" contra la población en los territorios palestinos ocupados, que dejó al menos 55 civiles muertos, miles de detenidos en Cisjordania y mantuvo durante el año pasado el bloqueo a la Franja de Gaza.

En Cisjordania, las fuerzas del régimen de Tel Aviv "detuvieron a miles de palestinos. Más de 307 fueron sometidos a detención administrativa, sin cargos ni juicio, y otros fueron condenados a prisión en juicios militares", deplora el documento de la AI mientras añade que al concluir 2011 "Israel mantenía presos a más de 4.200 palestinos". AI ha arremetido contra el régimen de Tel Aviv, al que acusa de torturar violentamente a los presos palestinos y seguir enjuiciándolos en tribunales militares sin que tengan acceso a sus abogados. En Cisjordania, el régimen de Israel "siguió construyendo el muro de (separación) 700 kilómetros y ampliando los asentamientos, en contravención del derecho internacional", ha apuntado la ONG, que condena, además, la demolición de viviendas e instalaciones palestinas en la misma región.

La información de HispaniaTV me llega poco después de leer una conmovedora entrevista con el doctor Izzeldin Abuelaish, publicada en el diario Clarín de Buenos Aires (ver vídeo), en la que el médico palestino recuerda la tragedia vivida por su pueblo y su propia familia entre diciembre de 2008 y enero de 2009, cuando Israel lanzó la Operación Plomo Fundido sobre Gaza, destinada a destruir la infraestructura militar de Hamas. La ofensiva por tierra, mar y aire fue brutal y la mayoría de las víctimas fueron civiles.

“Yo estaba en mi casa con mis hijas el sábado 27 de diciembre -cuenta Abuelaish-, preparando las cosas para irme al día siguiente al hospital israelí donde trabajaba, cuando se cerraron todos las fronteras y cercaron la Franja de Gaza. Así que me quedé allí hasta el 16 de enero de 2009 a las 16.45, cuando ocurrió el bombardeo”. Una bomba cayó sobre la habitación en la que se encontraban sus hijos y una sobrina. Bessan, Aya y Mayar murieron despedazadas por el estallido. Abuelaish, conmocionado, dejó las hijas muertas y se llevó a los heridos al hospital donde trabajaba. Llamó a un amigo periodista que trabajaba en un canal de Tel Aviv para contar lo que estaba pasando y pedir que detuvieran el ataque. El periodista puso el altavoz al aire. “ Allí se escucharon mi llanto y mis gritos ”. El prestigio de Abuelaish y la presión de los amigos llegaron a las autoridades israelíes. El ataque se detuvo.

Este médico palestino reclama con vehemencia paz y libertad para Palestina. No puede evitar, al tiempo, que las lágrimas afloren a sus ojos al recordar a sus tres hijas muertas: “Mi vida es una tragedia, nací y me crié en un campo de refugiados. Toda mi vida sufrí, fui oprimido, humillado, intimidado, demolieron mi casa. Como palestino luché para sobrevivir, sólo para poder vivir, sin estar seguro sobre el mañana. La gente esperaba que odiara, es verdad, a lo mejor tengo el derecho a odiar, pero tenemos la opción de elegir entre odiar y no odiar”.

Abuelaish creció hacinado en el campo de refugiados Jabalia, donde había ido a parar su familia desarraigada. A base de voluntad logró estudiar medicina en El Cairo. Después se especializó en ginecología y obstetricia en universidades israelíes, italianas y británicas. Trabajó en hospitales de Israel, curando y ayudando a nacer a chicos israelíes y árabes. Formó una familia numerosa, de ocho hijos. Cuando la vida comenzaba a compensarlo, cuando desde la universidad canadiense de Toronto lo contrataban para dar clases de medicina, todo se desmoronó.

"Recuerdo a mis hijas y siento que hablo con ellas, me dan energía", afirma el doctor. "El odio no sirve porque cuando empezás a odiar a alguien, te vuelves ciego, no sabes qué hacer, es un veneno, pierdes el control. Mis hijas nunca odiaron, si quiero hacer justicia por ellas, tengo que mandarles bendiciones y oraciones, que sepan que ellas son recordadas, que estoy difundiendo su mensaje”.

La tragedia y el dolor convirtieron a Abuelaish en un activista por la paz, en un defensor de la reconciliación: “Los palestinos –explica– están sedientos, hambrientos de paz, pero ¿qué es paz? Paz es vida, no sólo una palabra abstracta. Paz es libertad, justicia. La paz es algo que disfrutamos, tocamos, vivimos. Nadie nace violento, ni se enseña a ser violento, la violencia es creada. No hay que culpar al otro por ser violento, esa es una forma de esquivar la responsabilidad. Cuando hablamos de paz con alguien que desea paz es doloroso, como si habláramos de comida con alguien que está hambriento. La paz no es buena sólo para los palestinos, es para todos”, argumenta. “Para poder celebrar la libertad en el mundo hay que celebrar la libertad de los palestinos, de su opresión, y también la libertad de los israelíes de su miedo y de su arrogancia”.

Abuelaish vive actualmente en Toronto (Canadá) con el resto de su familia. Acaba de publicar un libro cuyo título llama a gritos a la lectura, sobre todo si se sabe la impactante memoria que lo ha hecho posible: No voy a odiar. Esperamos que pronto se edite en España. He pensado en Bessan, Aya y Mayar, la hijas del autor despedazadas por la metralla israelí, al ver la imagen de la llorosa colegiala palestina que nos mira en la imagen de HispanTV. No deberíamos permitir que el odio crezca en esos ojos, pero nada se hace para evitarlo, a excepción de libros como el de Izzeldin Abuelaish.

+@AUSCHWITZ Y LA MUERTE DE 191 NIÑOS PALESTINOS EN GAZA

+@NI UN ARMA PARA ATROCIDADES


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