lunes, 14 de mayo de 2012

¿ESTÁ EL 15M A SUELDO DE ALGÚN MOSCÚ?



Félix Población


Faltaba esa guinda al pastel de maledicencias y vejatorias insidias montado por la caverna mediática con relación al Movimiento 15M. Esa guinda ya la tenemos, gracias a la versión aportada por la delegada del Gobierno en Madrid, contertulia asimismo en uno de esos canales devotos de Frascuelo y de María.

Habla Cifuentes en la radio de ABC y dice que al 15M, pese a su aparente desorganización y heterogeneidad, no le falta un soporte económico. No explica cuál, por supuesto, pero a más de un lector con memoria se le vendrá a las mientes el inestimable blog de mi apreciado colega Ricardo Royo Villanova, que lo intitula A sueldo de Moscú. A sueldo de Moscú estaba para el franquismo todo movimiento de resistencia contra la dictadura, que de ese modo aplicaba a los afanes de libertad y democracia un interés estrictamente mercenario vinculado al contubernio judeo-masónico-comunista.

Dado que esa fuente financiera hoy es improcedente por su desaparición en origen, doña Cristina se ha quedado con las ganas de identificar y descubrir a los posibles sustentadores económicos de un movimiento ciudadano que arrancó una madrugada de mayo, con un pequeño grupo de jóvenes acampados en la Puerta del Sol de Madrid, debatiendo la necesidad de una democracia real que les representase y les diera trabajo y futuro.

La señora en cuestión, adscrita a una clase política incapaz de resolver los graves problemas que padece una juventud creciente, desempleada y sin porvenir, no puede comprender que el sentimiento de indignación que implica esa circunstancia basta para mover y unir a quienes se sienten estafados por un sistema que tiene en el dinero su divisa y en la codicia su único patrón de conducta.

Quien -como la señora Cifuentes- está embebida en esas coordenadas, se encuentra muy lejos de entender la raíz y razones de lo que está ocurriendo en la calles. Por eso no puede evitar el recurso a la ideología mercenaria, acaso porque piensa que en este mundo nada es verificable si no se compra o se vende, como la conciencia de esa clase política a la que la dictadura de los mercados ha dejado no ya sin sentimientos sino también sin sentido.

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