Ana Cuevas
Lo reconozco, soy una criminal. Una de esas tipejas subversivas que atentan pasivamente contra la autoridad. Me autoinculpo de haber atacado con mis violentas costillas la porra de algún que otro desprotegido policía. De utilizar las redes para difundir convocatorias ciudadanas y colaborar en la organización de acciones no violentas por cuestiones medioambientales o sociales. Y si todo esto les parece poco, sumen también la osadía de pretender ejercer pacífica y libremente mi derecho de protesta sin cagarme de miedo.
Convendrán conmigo que soy carne de presidio. Al menos si sale adelante la reforma del Código Penal con la que amaga Interior. De prosperar el asunto, nuestra democracia daría un salto cualitativo en su esperpéntica autodestrucción. Manifestarse contra el Gobierno o cualquiera de sus medidas podrá tener consecuencias penales para el disidente que, de forma automática, pasará a denominarse delincuente o terrorista. Aunque la grave amenaza contra la autoridad sea una huelga de hambre. Nunca hay que subestimar a los famélicos. Ya les enseñó Gandhi los quebraderos que puede dar un mansurrón anoréxico.
La miedocracia se quita la careta para avisarnos de lo que nos espera. Un régimen totalitario dispuesto a machacar cualquier resistencia por muy flower-power que sea. El que saque los pies del tiesto acabará con sus huesos en chirona. ¿Oido perro-flautas y demás indignados? Lo que pasa es que amenazarnos con la cárcel si no aceptamos vivir como presos no tiene mucho sentido. Si para no estar entre rejas tenemos que renunciar a los valores democráticos, ¿qué libertad nos espera?
Por eso propongo la insumisión a estas reformas. Y no como un acto de rebeldía sino de patriotismo. O sea que, activamente, sugiero la resistencia pasiva del personal contra este golpe cuartelario a nuestra libertad. Y para que vean que no tengo propósito de enmienda, les aseguro que estoy dispuesta a utilizar armas de destrucción masiva como twitter o facebook para convocar a todos los demócratas a la desobediencia civil. Aunque hacerlo me cueste firmar el próximo artículo desde la cárcel de Zuera. Palabra de presunta criminal.
Nota: En la fotografía, protesta de los diputados de Izquierda Unida ante la prevista reforma del Código Penal.
+@Cárcel contra las protestas ciudadanas. (Ignacio Escolar).
LIBROS A DIARIO: "TRAMPA DE CAZADORES"
Pelayo Martín, Editorial Akal, marzo, 2012
Acabo de leer esta novela de Pelayo Martín que hoy se presenta en Madrid en la Librería Tipos Infames (libros y vinos), con Moncho Alpuente y Jesús Espino acompañando al autor. Ante todo, y dado lo poco frecuente que últimamente resulta, es de destacar que se trata de una novela bien escrita que tiene como fondo la ciudad de Madrid y discurre entre el 18 de julio y el 19 de noviembre de 1936. La historia está marcada por los episodios que tuvieron lugar en el Cuartel de la Montaña y la Ciudad Universitaria, ocupado el primero por militares partidarios del golpe de Estado del general Franco -en las primeras fechas del conflicto- y siendo escenario la segunda de los duros combates sostenidos ante el acoso del ejército rebelde. Son protagonistas del relato un curtido sargento republicano que combatió en la Guerra del Rif, varios subordinados con menor aval combativo y un altruista soldado norteamericano de las Brigadas Internacionales. Estas figuras de ficción se alternan en la novela con algunos nombres y personajes que se corresponden con los de la verídica historia, como los del general faccioso Fanjul o el líder anarquista Buenaventura Durruti, cuya extraña y nunca aclarada muerte pone punto final al libro. Del mismo destacaría, tras la breve introducción fechada el 18 de julio, el segundo de los capítulos, que narra la temeraria intervención que el sargento Amarras protagoniza al penetrar en el Cuartel de la Montaña para someter a juicio al general Fanjul. También me ha parecido muy vigorosa literariamente la tensión descriptiva con la que el autor cuenta las refriegas militares que viven los personajes en el frente de combate de la Ciudad Universitaria.-Lazarillo
SOBRE EL GOLPE DE ESTADO DE 2002 EN VENEZUELA
Ante los diez años del golpe de Estado ocurrido el 11 de abril de 2002, que sacó del poder por 48 horas al Presidente de la República Hugo Chávez, protagonizado por la derecha nacional e internacional, que dejó como saldo al menos 20 muertos y más de 100 heridos y numerosos negocios saqueados, el Partido de la Izquierda Europea (PIE) quiere destacar que ha servido sobre todo para consolidar la Revolución Bolivariana.
En el golpe participaron medios de comunicación privados, partidos políticos, empresarios, la jerarquía eclesiástica y militares del alto mando de la Fuerza Armada Nacional, todos ellos dirigidos por el gobierno de Estados Unidos con el apoyo de otros países y organismos internacionales. Los grupos que protagonizaron el atentado, derogaron la Constitución, cambiaron el nombre de República Bolivariana de Venezuela, destituyeron todos los altos cargos del Estado y desataron una terrible represión social contra los leales al Presidente Chávez.
En el PIE pensamos que ahora, diez años después, nadie ha asumido la responsabilidad de haber impulsado el ataque, y que la fecha constituyó la derrota de un complot básicamente mediático, en la larga historia de golpes y conspiraciones que caracterizaron el devenir político de las repúblicas latinoamericanas. Tanto la izquierda europea como el pueblo venezolano, que salió a la calle a exigir que volviera al poder el Presidente Hugo Chávez, apostamos por que este 2012 será el de otra victoria electoral de la República Bolivariana de Venezuela.
Maite Mola
Vice-Presidente del Partido de la Izquierda Europea
En el golpe participaron medios de comunicación privados, partidos políticos, empresarios, la jerarquía eclesiástica y militares del alto mando de la Fuerza Armada Nacional, todos ellos dirigidos por el gobierno de Estados Unidos con el apoyo de otros países y organismos internacionales. Los grupos que protagonizaron el atentado, derogaron la Constitución, cambiaron el nombre de República Bolivariana de Venezuela, destituyeron todos los altos cargos del Estado y desataron una terrible represión social contra los leales al Presidente Chávez.
En el PIE pensamos que ahora, diez años después, nadie ha asumido la responsabilidad de haber impulsado el ataque, y que la fecha constituyó la derrota de un complot básicamente mediático, en la larga historia de golpes y conspiraciones que caracterizaron el devenir político de las repúblicas latinoamericanas. Tanto la izquierda europea como el pueblo venezolano, que salió a la calle a exigir que volviera al poder el Presidente Hugo Chávez, apostamos por que este 2012 será el de otra victoria electoral de la República Bolivariana de Venezuela.
Maite Mola
Vice-Presidente del Partido de la Izquierda Europea
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