miércoles, 4 de abril de 2012

LOS BOSQUES DEL NORTE ARDEN EN PRIMAVERA


Félix Población

Numerosos incendios forestales se han prodigado en los bosques de tres comunidades autónomas del norte durante las pasadas semanas. Solo el País Vasco se ha librado de la quema. El fuego se ha cebado en Galicia, Asturias y Cantabria, especialmente en las dos primeras regiones, con especial relevancia en Galicia por afectar en un 10 por ciento al menos de su extensión a ese extraordinario paraje de robles centenarios que constituye Las Fragas do Eume.

Arden los árboles en primavera porque el invierno ha sido muy seco y unos cuantos vándalos, sueltos o en comandita, atentan contra el patrimonio natural sin que ni la vigilancia ni las leyes puedan atajar, al parecer, el desalmado comportamiento de esos energúmenos. Al gobierno central y a los gobiernos autonómicos debería preocuparles mucho más de lo que les importa el hecho de que esta primavera hayan ardido de modo tan alarmante nuestros bosques en el norte del país.

Miguel García Fernández, presidente de la Asociación Profesional de Agentes Forestales de Galicia, recordaba recientemente en un breve artículo la arrasadora sucesión de incendios que sufrió esa comunidad durante el verano de 2006. Casi 90.000 hectáreas de bosque ardieron entonces, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, aunque para la Xunta de Galicia fueron 77.000 y 86.000 según la Unión Europea. Aquello ocurrió en plena canícula, cuando por previsión es lógico que el número de medios materiales y humanos sea el más alto para evitar este tipo de siniestros.

Decía García Fernández que si bien Galicia es hoy una de las comunidades más avanzadas en medios materiales para la prevención de incendios, los efectivos humanos disponibles durante los meses que no son los del verano apenas representan una mínima parte. Por eso pide a la administración que flexibilice las contrataciones y no se limiten solo al periodo estival, pues -como ha ocurrido este invierno- un periodo de sequía tan prolongado implica unos riesgos potenciales de quema tan significativos como los que de hecho se han producido y podrían darse en el futuro ante los efectos del cambio climático.

También demanda el presidente de la Asociación de Agentes Forestales una mayor profesionalización de los efectivos, pues la falta de experiencia lleva a la ineficacia. Los riesgos de incendio disminuirían igualmente si en los bosques gallegos no fuera tan patente la falta de ordenación de los montes. Se precisan intensa tareas de limpieza, una mayor apertura de pistas y cortafuegos, así como una efectiva labor en común por parte de las comunidades de montes, que deberían contar con unos servicios más activos de vigilancia. Es necesario también mejorar la rentabilidad del monte y la reinversión en el monte de lo que el monte produce.

Los bosques del norte han ardido este año en primavera. Si los incendios de hace seis años supusieron un aldabonazo para la prevención de estos siniestros en Galicia durante la canícula, sería deseable que fuera muy tenida en cuenta por las administraciones la alarma que para el patrimonio forestal supone el hecho de que los árboles arraigados en las tierras más húmedas del país ardan cuando la vida asoma a los brotes de sus ramas. No hagamos que su corazón de frescor y gorjeos se torne un árido corazón de ceniza. Nos va el aliento en ello, y no es metáfora.

Nota: Foto de una corredoira umbría en Las Fragas do Eume.

EL ESCOLTA DE GARZÓN VA EN BUS
No nos gusta nada la noticia difundida hoy el por el diario El País acerca del exjuez Baltasar Garzón, que como se sabe ha dirigido durante años peligrosas investigaciones sobre ETA. Según Garzón, el gobierno del Partido Popular le ha privado de su coche blindado y ha reducido a una sola persona su escolta, con la agravante de que mientras el exjuez va en su automóvil particular, el escolta debe recurrir al transporte público.

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