lunes, 2 de abril de 2012

EL SOLDADO ISRAELÍ Y EL NIÑO PALESTINO


Lazarillo

Como esta imagen ya hemos visto otras. En mi memoria tengo la de un niño palestino que llora y se orina en los pantalones cuando le detienen dos militares. La reacción del niño en esta foto no es la misma, sin embargo. Un soldado israelí lo agarra violentamente por el cuello durante una manifestación contra la ocupación de tierras y la construcción del asentamiento ilegal israelí de Karmei Tzour, cerca de la aldea de Beit Omar, al norte de la ciudad cisjordana de Al-khalil. Los soldados israelíes mataron a un joven palestino de veinte años e hirieron a medio centenar de personas más. Ocurrió el pasado día 31 con motivo de la conmemoración del Día de la Tierra. Es perceptible y ostensible la prepotencia del militar, pero no se advierte miedo en el rostro del pequeño. Si las autoridades del Estado de Israel supieran leer en ese niño la cara de la resistencia de su pueblo, es muy probable que su actitud prepotente y dominadora no fuera la que se refleja en el comportamiento del soldado.

Podría pensarse que con la violencia de su gesto, ese militar refleja la de su Estado intentando ahogar la vida renaciente de las nuevas generaciones de palestinos.
Richard Falk, relator especial de la ONU sobre la situación de los Derechos Humanos en los territorios palestinos, afirmó el año pasado que Israel asesinó a 1.300 niños palestinos desde el año 2000.
AFP PHOT HAEM BADER


LA VEJACIÓN HECHA HÁBITO

Duele Palestina al mundo. Duéleme su luto permanente, la vejación hecha hábito; la complicidad de los poderosos hacia el usurpador sionista, que nada siente en su actuar opresivo e inhumano.

Duéleme la madre adolorida, la cual puede ser la madre de cada uno de nosotros; el huérfano lastimado en la plenitud de su infancia, sin más remedio que convertir en odio la pureza del niño; duéleme como hijo mío, como parte mía. Duéleme la impotencia de estar aquí, muy lejos, aunque le lleve en el corazón como parte mía, de mis repudios diarios y de mi indignación legítima.

Duéleme Palestina en sus muertos, en sus sueños justos tronchados y en su terco empeño a servir de mártir,aún cuando muchos le dan la espalda a su sacrificio o le ignoran a sabiendas.

Más mi dolor es siembra, es porvenir, es esperanza. Cuando un pueblo pare niños capaces de defender su futuro con piedras, con miradas cargadas de soberbia y orgullo al enfrentar al invasor, uno se siente reconfortado y, perdónenme, también feliz.

Duéleme el hombre que da espalda a su pasado y no ve en el niño palestino la similitud necesaria con aquel niño judío, muerto en un ghetto de Varsovia, asesinado por los nazis de antaño. Duele que aquellas víctimas del pasado se conviertan hoy en victimarios del presente. ¿En dónde está la fe, me pregunto? ¿Es que solo le falta al militar judío la swastika para revivir al holocausto?

Palestina me duele y me cura las heridas ella misma como madre bondadosa. No quisiera, como hombre que soy, morirme un día de muerte natural, sin verla libre. Prefiero, una y mil veces, que mi muerte llegue, junto a ella, como un soldado presto a defenderla, aunque toda esta tristeza que llevo se me tiña de rojo. Percy Francisco Alvarado Godoy

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