lunes, 26 de diciembre de 2011

"YO CONFIESO", DE JAUME CABRÉ: EL PLACER DE NARRAR


Lazarillo

Como supongo que quienes siguen este modesto diario pueden compartir, siquiera sea en parte, los disgustos que como lector ocasiona a este Lazarillo el paupérrimo panorama literario español, no me resisto a recomendarles la última novela que después de muchos años ha logrado atraparme desde las primeras páginas hasta el final, luego de un largo y entretenido recorrido de casi 900. Me refiero a la historia que bajo el título de Yo confieso ha escrito Jaume Cabré, un autor más conocido fuera de España que en nuestro país, si bien en Cataluña logró el año pasado el Premio de Honor de las Letras Catalanas.

Leo en la sinopsis de contraportada: "Si la tienda de antigüedades de la familia es todo un universo para el niño Adrià, el despacho del padre es el centro de ese universo y su tesoro más preciado un magnífico violín Storioni, en cuyo estuche aún se aprecia la sombra de un crimen cometido muchos años atrás. La infancia y la adolescencia de Adrià, llena de preguntas sin respuesta, de juegos solitarios y de falta de calor, está dedicada al estudio de la historia y de las lenguas, tal como quiere el padre, y a la práctica del violín, siguiendo los deseos de la madre. Pero un accidente acabará con la vida del padre, sumiendo a Adrià en un estado de culpabilidad y llenando su mundo de secretos y turbios misterios que tardará muchos años en despejar".

El autor ha escrito una novela muy ambiciosa, casi a lo Zola, en la que discurre la historia del mal en Europa y sus posibilidades de redención a través de cinco o seis siglos. Para tan voluminosa obra, Cabré hubo de emplear ocho largos años gozosos -pues según su propia confesión disfruta escribiendo y además lo demuestra-, y un tino a toda prueba para no bajar en ningún momento la guardia y mantener al lector al pie de la letra, pues siempre hay alicientes de interés en cada una de las múltiples y sucesivas historias que se van abriendo, entreverando e interconectando en el desarrollo narrativo.

Diversas épocas, personajes, avatares y escenarios históricos se alternan en la complejísima trama de la novela y se van sucediendo como cabos sueltos tratados con una sabia perspectiva de la expectación. Esa pluralidad de itinerarios concurrentes hace que el lector los recorra un tanto apremiado por la necesidad de llegar cuanto antes al punto en que cada una de esas historias desemboca en una clave que ayuda a complementar la historia principal, pues el pasado se imbrica en el presente narrativo con una duplicidad envolvente muy bien enlazada.

El viejo y valioso violín Storioni que sirve de leit motiv a Yo confieso, no deja de dar razones de enjundioso contenido y muy meritoria solidez narrativa para que sigamos con gusto su azaroso tránsito a lo largo de la historia de Europa, desde la época inquisitorial al nazismo. En ese camino retrospectivo, que lleva al lector hasta los orígenes de la madera en la que se labró el instrumento, empeñé seis jornadas intensas de lectura durante unas breves vacaciones, afanoso por llegar cuanto antes al acumulado desenlace de todas las pequeñas historias que confluyen en la gran historia vertebral.

Cuando se lo comenté a Jaume Cabré el día que le felicité por su obra, no pudo por menos de sorprenderse y comparó esos seis fugaces días de lectura intensiva con sus ocho largos años de gozosa y paciente creación, así que muy probablemente haya perdido este discreto Lazarillo, por celeridad, el placer literario que una lectura más relajada me hubiera deparado. Siento no haber podido dominarme. Llevaba mucho tiempo ansioso de buena literatura y me encontré con una manantial que daba muy buen agua, así que la bebí a chorros.

Gracias, Jacint, por tu recomendación. Probablemente esta novela en catalán gane en calidad y frescura, como todo lo que se lee en su versión original, pero me consuelo con la traducción al castellano, que creo podría haber sido mejor.

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