Ana Cuevas
Ya se acabó el alboroto electoral y ahora empieza el tiroteo entre los agentes sociales. O eso creíamos. El futuro presidente ha recibido a ambos contrincantes para animarlos a fundirse en un abrazo por una España mejor. Por una parte, Rosell y Rajoy se entienden sin problemas. Hablan en el mismo idioma. Las medidas que reclama la CEOE, como abaratar el despido o rebajar el salario de los trabajadores, no entran en conflicto ideológico o ético con la filosofía del Partido Popular. Podríamos decir que, Patronal y PP, comparten la misma savia corriendo por sus venas.
Pero respecto a los sindicatos mayoritarios, una servidora esperaba una actitud un pelín más beligerante. Considerando las sodomitas intenciones que se ciernen sobre la clase obrera, no sería mucho pedir a los sindicatos que no sean ellos mismos los que arrojen la pastilla de jabón. Sin embargo, tras la reunión éntre Rajoy, Méndez y Toxo se han obrado prodigios de dudosa naturaleza.
Ha sido un déjà vu. Toxo, como en su momento sucedió con Fidalgo y Aznar, también se entiende en el idioma de Rajoy. Ha salido encantado de la reu con Mariano y no le han dolido prendas en elogiar su talante abierto al diálogo. Puede influir en ello el insistente rumor que corre por ahí sobre que Aznar le ha sugerido a Rajoy que nombre a Fidalgo Ministro de Trabajo. Por aquello de que no les quede de otra que apañarse entre colegas. Pero dentro de un orden. El que establezca al final el gobierno popular, que para eso tiene la mayoría absoluta.
Aún no podemos asegurar lo que saldrá de la negociación de la reforma laboral. Pero una cosa es segura: alguna de las firmas que la den a luz se estamparán en un estridente color amarillo chillón.
Nota de Lazarillo: Me sirvo del comentario de Ana para plantear esta suposición: ¿Alguien se imagina -según se rumoreó en ciertos mentideros periodísticos- como ministro de Trabajo del próximo gobierno de Mariano Rajoy a Feliciano Fidalgo, ex secretario general de Comisiones Obreras, tratando con su sucesor en el mismo cargo sindical, Fernández Toxo, la previsible reforma laboral?
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