jueves, 10 de noviembre de 2011
VELÁZQUEZ, CREWDSON Y EL OCASO DEL SUEÑO AMERICANO
Victorino García Calderón
Esta mañana empecé una clase en un aula y la terminé en otra. Parece un despropósito, pero tiene su razón: había programado una visita a la magnífica exposición AMÉRICA OCASO, que estos días se puede ver en la sala del Patio de Escuelas (menores) de la Universidad de Salamanca.
Como decía, la clase de hoy de Educación Plástica de 4º de ESO la comencé en el aula de dibujo hablando del genio de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, más concretamente del maravilloso lienzo de Las Meninas. Quise hacer un “reflejo didáctico” entre esta obra maestra del arte de todos los tiempos y las fotografías de otro genio del arte actual: Gregory Crewdson, del que se puede admirar parte de su obra en la exposición antes mencionada.
Crewdson y Velázquez, les decía a los alumnos, coinciden en muchas cosas: a ambos se les puede considerar los “artistas de la Corte”, salvando las distancias, y los dos retratan con suficiente distanciamiento a sus personajes, es verdad que Velázquez puede parecer más cálido, pero creo que es sólo eso: una apariencia, colocan la escena, utilizan actores y miden las distancias entre ellos y los objetos que les rodean. Manejan la luz como quieren poniéndola en el sitio exacto, iluminando aquello que más les interesa para crear espacios de ficción que den la profundidad necesaria para que se pueda sentir hasta la atmósfera, enormemente pesada en el caso de Crewdson, y mucho más humana en el de Velázquez y, para ello, no dudan ambos en la utilización, enormemente precisa, de imágenes especulares.
Pero en lo que más se parecen, es en la utilización del tiempo, tanto uno como otro manejan el instante para que el espectador ponga un antes y un después. El americano utiliza un fotograma de una película imaginaria, con la intención de que el espectador reconstruya la historia, tanto anterior como posterior al momento representado en la toma, logrando así, algo que parece contradictorio en el mundo de la fotografía: que cobre más valor los tiempos pasado y el futuro, que el instante del disparo, siendo éste el momento preciso para que ambos estadios se puedan entender en su plenitud, de la misma manera que, siendo niño, me quedaba mirando las carteleras de los cines intentando adivinar el resto de la película.
En Las Meninas pasa exactamente igual, el “instante” en el que la infanta Margarita se queda mirando al pintor, después de haber invadido el recinto en el que Velázquez estaba retratando a los reyes, es el preciso, es el momento exacto, a partir del cual, podemos reconstruir toda la escena y poner el tiempo pasado y futuro, reconstruyendo en nuestra mentes la actividad palaciega de la Corte española del siglo XVII.
Al cabo de unos minutos, salimos de clase y nos encaminamos a la sala de exposiciones universitaria. Al llegar, los alumnos estuvieron atentísimos a las explicaciones previas que les di sobre las distintas obras de diversos autores que había en la sala, todas ellas alusivas al fin de una época y su iconografía, en la que americanos de toda índole y condición han sido protagonistas de una influencia, tan magnífica como agresiva, sobre el resto del mundo y de los temores que ello ha generado en la sociedad americana y, por ende, en el resto del mundo.
Volvimos al Instituto con una doble sensación: por un lado, un tanto deprimidos pensando en la repercusión que sobre cada uno de nosotros va teniendo ese momento histórico que supuso la desaparición de las torres gemelas de Nueva York, incluida, evidentemente, la tan cacareada crisis financiera, económica y, sobre todo, de valores humanos, que nos está tocando padecer. Y por otro, agradecidos a la historia de que podamos admirar a artistas como Velázquez, que tiene una diferencia maravillosa respecto a Crewdson: el genio sevillano vivió dos siglos antes de que se inventara la cámara fotográfica, aunque algo le tuvo ayudar la cámara oscura que, por entonces, ya era motivo de la curiosidad de las mentes más avanzadas, para que, con un pincel, realizara entonces, lo más parecido que se hecho en pintura a eso que llamamos “realidad”.
P.D. -Durante la clase y el tiempo que he estado escribiendo este artículo, no me he acordado ni un solo “instante” del debate electoral. ¿Por qué habrá sido?
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