Félix Población
Leemos hoy, en el suplemento cultural Babelia del diario El País, un amplio y encomiástico reportaje sobre los 300.000 alumnos que están integrados en Venezuela en el llamado Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles del país, una ambiciosa iniciativa de educación musical creada en 1975 por José Antonio Abreu , a quien tuve el gusto de conocer con motivo de la visita y concierto en Valladolid de la Joven Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar.
Tan extraordinaria y fructífera actividad, ya firme y extensiva realidad en otros países de América Latina, Estados Unidos y Europa, está mereciendo la colaboración y el apoyo de las más reconocidas batutas de renombre internacional como Claudio Abbado, Daniel Baremboim o Simon Rattle, y ha hecho posible que miles de niños y adolescentes pertenecientes a los sectores más depauperados de la sociedad, se hayan insertado en la cultura musical haciendo posible lo que el propio Abreu considera ante todo como un gran proyecto de acción social que persigue la excelencia artística.
Llama la atención que Jesús Ruiz Mantilla, autor del reportaje en el citado rotativo, califique de tesoro de seguridad el que muchos de esos alumnos, procedentes de los barrios más pobres y confictivos del país, lo que esa educación supone para ellos en el far west que es la Venezuela de Chávez, con 57 asesinatos cada fin de semana en Caracas, como si no fuera esa misma Venezuela de Chávez la que está respaldando notablemente esa ejemplar inicitiva.
El propio periodista expone en su trabajo que si en treinta años desde su creación se inauguraron en Venezuela 89 núcleos para impartir ese tipo de enseñaza, desde 2003 se han creado 203 más, con la próxima inauguración además de magníficos auditorios diseñados por el pretigioso ingeniero acústico japonés Yasuhuisa Toyota.
Si este creciente y sostenido desarrollo de la cultura musical en aquel país se ha producido durante la gobernación del presidente Chávez, es de todo punto deplorable y manifestamente tendencioso, en línea con las postura visceralemente antichavista del periódico, emplear la referida frase por parte del reportero en un trabajo que debería estar profesionalmente privado de esa tentación, tanto por la entidad del asunto -ajena a intereses ideológico/mediáticos- como por la importancia y trascendencia del mismo en sus vertientes social y cultural.
Es de hacer constar que institucionalmente toda esa música naciente y muy viva está adscrita a la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (www.fesnojiv.gob.ve), donde el curioso lector obtendrá más y mejor información.
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