miércoles, 14 de julio de 2010

EL RÉQUIEM DE MOZART EN LA KARLSKIRCHE




Félix Población

Acabo de regresar de Viena, donde he tenido una de las vivencias musicales más intensas de mi existencia como oyente/espectador de conciertos. La tarde era calurosa mientras nos dirigíamos a la Karlsplatz, no muy lejos del Teatro de la Ópera. La gran cúpula de la Karlskirche mostraba a esa hora el fulgor vespertino del sol y en el vecino parque se refrescaba la gente tomando fruta y helados a la sombra de los tilos.

Dentro de la espaciosa iglesia de San Carlos Borromeo, la más grande de la ciudad -levantada por el emperador Carlos VI en 1716 tras la epidemia de peste que sufriera Viena tres años antes-, se congregaba una audiencia de no más de medio centenar de espectadores. Interpretado auf historischen Instrumenten, íbamos a asistir al Réquiem de Mozart a cargo del Coro y Orquesta del Salzburger Konzertgesellschaft.

Nuestra personal expectación ante la última y maravillosa obra inconclusa del genial compositor se había nutrido la tarde antes con una detenida visita a la Casa de Mozart en la Domgasse, detrás de la catedral de San Esteban, donde el músico compuso Las bodas de Fígaro. Allí hay una sala dedicada al Réquiem, en la que pudimos ilustrarnos acerca de las particularidades biográficas, técnicas y emocionales que impulsaron a Mozart a escribir esa obra poco antes de su muerte.

Cuando en la espléndida sonoridad de la Karlskirche empezó a sonar el introitus, y a lo largo de los diversos y culminantes momentos más conmovedores de la obra, no dejé de repetirme una de las frases más significativas que presiden la valiosa documentación expuesta en la casa de la Domgasse: Ich möchte alles haben, was gut, ächtt und schön ist (Yo quisiera tener todo lo que es bueno, auténtico y bello).

Lo hice unas veces para ratificarme con la escucha en la incuestionable verdad conseguida con esa obra a partir del anhelo expresado por su autor. Otras, por mejor sentir en mi interior, con las propias y literales palabras del músico, esa desbordante sensación de bondad, autenticidad y belleza, tan llenas de vitalidad a pesar de que algunos pasajes fueron compuestos por Mozart casi con su último aliento. Les aseguro que gracias a la interpretación de la orquesta y coro mencionados, bajo la sobria y precisa batuta del joven director Martin Zeller, pocas veces he podido sentir tan a fondo una música como la de esa tarde y un Réquiem como ese Réquiem.

Días después de la última audición de la obra de Mozart en Viena, tuvimos oportunidad de visitar en Wiener Neustadt, en compañía de mi buen amigo el brigadista Gerhard Hoffmann y su mujer Milena, el Neukloster (Nuevo Convento), donde se escuchó el Réquiem por primera vez el 14 de diciembre de 1793. El hecho de haber tenido ocasión de estar en esos dos escenarios, donde sonó por primera y última vez en Austria la obra de Mozart, me hizo reflexionar en la intemporalidad del arte como expresión de bondad, autenticidad y belleza.

Nada apagará el latido de esa música mientras tengamos corazón. Y siempre, además, será capaz de renovar de vida el corazón humano, quizá porque fue escrita tan cerca de una joven muerte.

Fotos: DdA

5 comentarios:

Jacint dijo...

Me alegro de tu bella experiencia sobre Mozart. La frase de Mozart recoge el pensamiento de San Pablo en Fl 4,8: "Pensad en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Pensad en todo lo que es bueno y merece alabanza".

Anónimo dijo...

La música sacude emociones despertándolas de un sueño de silencio. Esa frase quizá esconda mucho más de lo que parece. La música que esconde el Requiem de Mozart es grande, emocionante, y con cierto poder para hacer que las pupilas se te empañen aunque no lo quieras.Pocas veces puedes sentir como, poco a poco, la música se introduce en tu interior y es capaz de sacudirte. Quizá esta haya sido una de esas veces.

LEDES dijo...

No hay mejor brillo para la mirada ni que más purifique nuestro interior que una música como la del Réquiem.
Gracias.

Anónimo dijo...

Sabéis si la iglesia de San Carlos Borromeo de viena tiene alguna relación con la vida de mozart?

Lazarillo dijo...

Lo desconocemos. Lo siento.

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