lunes, 3 de mayo de 2010

VELOS Y CRUCIFIJOS


Lazarillo

El alcalde socialista de Zaragoza, Juan Antonio Belloch, tiene un crucifijo en su despacho. Hay también crucifijos en el salón de plenos del Ayuntamiento y en varias dependencias consistoriales más. Por eso el Movimiento hacia un Estado Laico (MHUEL) presentó un recurso para que fuesen retirados, pues tal símbolo constituye una limitación del fenómeno religioso impropia de una institución democrática que representa a todos los ciudadanos. Los jueces han dictaminado que los crucifijos seguirán donde están, basándose en el valor histórico-artístico de las piezas. Según la sentencia, el crucifijo es uno de los elementos más importantes de la historia del municipalismo.

Ante argumentos así, que denotan el hondo arraigo de la cruz en la justicia de España, es lógico que el coordinador de MHUEL haya indicado que el lugar más indicado para esos símbolos sería un museo, no unas dependencias públicas, dado el carácter aconfesional de Estado. Como la noticia ha coincidido con la expulsión de una adolescente musulmana de un instituto de Madrid por negarse a asistir a clase sin velo, coincido con el filósofo italiano Gianni Vattimo cuando afirma que la polémica del hiyab en varios países de Europa -entre ellos el suyo donde los crucifijos siguen en las escuelas- es artificial y puede responder, como en Italia, a una islamofobia creciente.

Pero mejor que Vattimo lo explica hoy, en una carta dirigida al director del diario El País, Ángeles García Portela: “Me pregunto si el instituto que rechazó a una niña por llevar hiyab, hubiera rechazado a la Madre Teresa de Calcuta con su sari cubriéndole la cabeza o a la princesa Rania de Jordania, asidua del papel cuché que se cubre incluso ante autoridades institucionales y hasta lo vemos chic. Pero la niña, en primer lugar, es exiliada económica, lo que no le favorece.
En segundo lugar, pertenece a la religión y cultura musulmanas.Y si se apela a la excusa que el islam somete a las mujeres y el pañuelo es una manifestación de la sumisión, qué me dicen del parrafito cristiano de "he aquí la esclava del señor, hágase en mí según tu palabra" que se repite como un mantra. No creo que lo suscribiese Simone de Beauvoir. Por cierto, Fátima Mernisi y Susan Faloudi son feministas desde el islam".

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