lunes, 26 de abril de 2010

LA MADRE DE GARZÓN SALE A LA CALLE


Félix Población

El pasado sábado pudimos ver la imagen de la madre de Baltasar Garzón en la manifestación que a favor del juez tuvo lugar en Sevilla. Hace unos años leí conmovido y en muchos casos aterrado el impresionante libro que Garzón escribió junto al periodista Vicente Romero sobre los crímenes de Estado durante la dictadura argentina: El alma de los verdugos. Creo haber leído además todas las obras que el juez ha escrito hasta ahora, sin que ninguna de ellas me haya dejado indiferente, aun sin comulgar con todo lo expuesto en las mismas.

Pues bien, no tengo reparo en afirmar, a pesar de sus errores y lo que se propala sobre Baltasar Garzón acerca de su ego subido y otras vanidades, que nuestro país quizá no tenga un profesional más digno ni más sobresaliente en la judicatura, y que lo que le está ocurriendo ahora -la posibilidad de que el Consejo General del Poder Judicial le suspenda como titular del juzgado de instrucción de la Audiencia Nacional- es la mancha más oscura que la justicia en España haya podido echar contra sí misma.

Lo es no sólo porque constituye una desmesura a raíz de una mera interpretación formal por cuestiones de procedimiento, sino porque eso ha sido valorado por buena parte de la ciudadanía como una concesión del más alto tribunal de la nación a quienes, desde el pasado oscuro de sus siglas, se identifican con la dictadura franquista y no han dejado de perseguir las actuaciones del juez desde hace más de diez años. Si esto ha ocurrido siete lustros después de la muerte del dictador, algo falla en la justicia cuando se persigue a quien más hizo por la justicia y los derechos humanos aquende y allende nuestras fronteras. Sentar a Garzón en el banquillo ha comportado una seria dosis de desprestigio para los máximos organismos de la justicia en España. Suspenderlo como juez sería tanto como ratificar y abundar en ese desprestigio ante las asociaciones internacionales de derechos humanos más respetables del mundo.

Estoy convencido de que cuando todo esto acabe, a ser posible del mejor modo para Baltasar Garzón -y con ello para la justicia en España-, el juez firmará un nuevo libro en el que podremos leer sus a no dudar interesantes reflexiones. Cuando lo hagamos es muy probable que además de fijarnos en la interpretación que como profesional de las leyes hará de su caso, busquemos lo que siempre solemos encontrar en sus escritos y que también ahora constituye el principio fundamental por el que Garzón decidió defenderse hasta el final con la ayuda de su amigo y excelente penalista Gonzalo Martínez-Fresneda: mantener su buen nombre en la memoria de sus tres hijos.

A lo largo de estos últimos meses, todos los días el juez viene departiendo con su familia a fin de remansar las preocupaciones e inquietudes de los suyos por todo lo que se viene publicando en los medios y que en no pocos casos pretende mancillar su dignidad profesional. En evitación de que esos titulares puedan afectar a la salud de su anciana madre, el juez mantiene con ella una intensa y frecuente comunicación. La presencia de la señora Real el pasado sábado en las calles de Sevilla, en compañía de sus otras dos hijas, denota en verdad una saludable presencia de ánimo que se ajusta al espíritu con el que según dicen sus íntimos Garzón se ha empeñado en su defensa: La batalla la estamos perdiendo, pero vamos a ganar la guerra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

VIVA LA MADRE QUE LO PARIÓ

Anónimo dijo...

Nadie va a ganer con lo sucedido.

Publicar un comentario