martes, 9 de marzo de 2010

EL JUEZ VELASCO, MADURO Y LAS RELACIONES CON VENEZUELA



Lazarillo

Como ocurriera con aquel desafortunado incidente del por qué no te callas con el que Juan Carlos I pretendió atajar de modo intempestivo unas torpes declaraciones de Hugo Chávez en referencia al ex presidente Aznar, el ministro Maduro de aquella república bolivariana ha reincidido en el mismo error con unas manifestaciones inadmisibles e impropias de las buenas relaciones diplomáticas que se deben dar entre los dos países. Ningún gobierno puede admitir que el representante de otro tilde de mafiosos a sus ex gobernantes y jueces.

Cierto que el auto del juez Velasco ha supuesto para el gobierno venezolano, en cuanto fue dado a conocer por los medios, una gravísima irresponsabilidad al implicarle sin pruebas fehacientes en apoyar a ETA y las FARC, algo que ciertamente puede mover a las autoridades de aquel país a una réplica temperamental inapropiada, sobre todo sabiendo cómo se las gasta su presidente. Lo que no se entiende es que esa respuesta se haya dado después de que ambos gobiernos hayan suscrito un comunicado conjunto, que permitió aclarar las cosas, y que Hugo Chávez haya condenado explícita y rotundamente el terrorismo, como ya lo hiciera en ocasiones precedentes.

El ministro Maduro no ha podido contenerse y ha hecho mal, porque aquí en España vamos a tener que volver a soportar al Partido Popular haciendo demagogia barata a costa de esas declaraciones inoportunas. Es lo que más agradece la parte más ultramontana de su electorado, que es mucha. Por don Mariano, ahora mismo, habría que poner firme a ese amigo peligroso, tal como define Rajoy el vínculo que mantiene el vigente gobierno de España con aquella república.

Conviene recordar al principal partido de la oposición y a sus dirigentes, cuando se dejan llevar por esas tentaciones demagógicas, que las relaciones económicas entre España y Venezuela han pasado en los últimos años, desde que ZP accedió a La Moncloa, de los 400 millones de euros en inversiones directas a los más de 6.000 en 2009, multiplicación bien indicativa de lo que para las empresas españoles ha representado aquel país en el último lustro.

A pesar de que el riesgo de capacidad de impago haya aumentado en Venezuela a raíz de la devaluación de su divisa en un 50 por ciento el pasado mes de enero, el llamado Foro Empresarial Hispano-Venezolano, celebrado el pasado verano, supuso un gran volumen de nuevos contratos de inversión por parte de empresas españolas, según datos facilitados por la Cámara de Comercio España-Venezuela.

Todo esto se debe tener muy en cuenta cuando se gobierna y también cuando se pretende hacer una oposición responsable, algo para lo que manifiestamente está incapacitado el Partido Popular. Unas relaciones diplomáticas que tienen como base tan importantes vínculos económicos no pueden adulterarse ni por el auto provocador de un juez demasiado apegado a su ideología y simpatías políticas como Velasco, ni por la réplica improcedente y despreciativa de un ministro venezolano hacia un representante de la justicia y un ex presidente del gobierno de España. Conviene, por lo tanto, que todo vuelva al cauce de la diplomacia bien avenida.

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