miércoles, 29 de julio de 2009

LA POTA DE PÉREZ REVERTE


Lazarillo

Ayer nos enteramos, gracias a un estudio de Carcedo, que Larra, El pobrecito hablador, no lo era en ningún modo pues le pagaban más que a nadie en su tiempo por sus excelentes artículos. Los de Arturo Pérez Reverte también están bien remunerados hoy en día porque, además de una calidad que nadie le niega, es escritor afamado y gasta a veces una mala leche con la pluma que le da prosapia de articulista independiente, ajeno a las miserias del poder y muy combativo con la clase política.

El artículo publicado y suscrito por don Arturo el pasado domingo en el suplemento dominical de un diario conservador es de esa laya, tal como explicita el título, Esa gentuza, y desarrolla con sobrada elocuencia el contenido. Cuenta Pérez Reverte su personal rabieta, desprovista de razón, en torno a los señores diputados que ve salir del Congreso, a los que trata de oportunistas advenedizos, sin escrúpulos y sin vergüenza, ante los que siente ganas –afirma- de ciscarme en su puta madre.

Después de dar la nota con tan demagógica exposición de su cólera interior, el articulista se pregunta por qué se le sube la pólvora al campanario ante el desfile de congresistas, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable: Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos –añade y matiza luego-, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país, la vida.

Pasa, pues, don Arturo de generalizar en los primeros párrafos, para ganarse de modo visceral el lustre de articulista combativo, a particularizar después en unas cuantas docenas de diputados a los que tilda de incultos y faltos de escrúpulos. Puede que no le falte razón en algunos casos, pero el título, la concepción y el tratamiento del texto, tal como lo desarrolla Pérez Reverte, deja en el lector una impresión muy distinta, como si las excepciones fueran precisamente los diputados honorables.

Por eso y porque no es la primera vez ni será la última que don Arturo se desmanda en esa misma clave demagógica con la clase política, a la que dice haber respetado y admirado hace 20 o 30 años, mejor será para la próxima que antes de echar la pota, como él mismo afirma al término de su artículo, se tome un antiemético. De nada que afecte a la opinión pública se puede escribir con las vísceras. Ni siquiera pretendiendo parecerse a El pobrecito hablador, el periodista mejor pagado de su tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero a este hablador le dieron flor de ducha hace un tiempo, con clase y sin insultos:
"Los dueños del idioma español"
http://impreso.milenio.com/node/7050217

Anónimo dijo...

¿Flor de ducha?

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