Félix Población
Desconozco si la renaciente y mortífera reacción de ETA esta semana, con un nuevo atentado ayer en Mallorca, que causó el fallecimiento de dos guardias civiles, ha sorprendido o no al Gobierno. Es muy posible, por la coincidencia de esta acción y la ejecutada en Burgos el miércoles con el medio siglo que hoy cumple la banda, que algo se esperase desde las altas instancias de la lucha antiterrorista. Lo que no sé es si de modo tan impactante, continuado y reiterativo.
En los dos atentados, el objetivo de los etarras ha sido la Guardia Civil. En un caso, contra la casa cuartel de Burgos, sin que se produjeran víctimas mortales, pero actuando de manera que podría haberlas habido de modo indiscriminado entre los familiares de los agentes. En Mallorca, sin embargo, la carga explosiva adosada al vehículo de los agentes acabó con su vida, pudiendo haber sido igualmente mortal una segunda bomba-lapa explosionada por los artificieros en un segundo coche.
Lo que indican estas dos acciones es que ETA no va a tener ningún reparo en demostrar que a los cincuenta años sigue teniendo capacidad operativa y que puede hacerlo del modo más bestial. Por eso y porque nunca ha sido tan debilitada su estructura ni tan regresivo el apoyo social que aún mantiene en el País Vasco, con declaraciones incluso de miembros históricos de la organización que aconsejan el fin de la actividad armada, es muy probable que estemos ante la expectativa de próximos atentados que den a la banda la prestancia de fortaleza que no tiene.
Como dato significativo a tener en cuenta en las fechas que corren, por la negativa incidencia que sobre el turismo tienen sin duda las acciones terroristas, los mandos de la lucha antiterrorista reconsideran muy seriamente que sólo una de las tres furgonetas robadas por ETA en Francia ha cumplido hasta ahora su objetivo. Por desconocerse el paradero de las otras dos y hallarnos en jornadas en que es masivo el desplazamiento de vehículos con motivo de las vacaciones, es de temer que el destino de esas dos potenciales furgonetas-bomba pueda acabar donde más daño haga y menos comprometidos sea estacionarlas.
Así es como ETA quiere conmemorar el medio siglo de su historial de sangre. Porque pretende publicitar su vesania debe encontrar, más que nunca, la más dura respuesta policial y judicial que contribuya a extinguir para siempre la marca de terror que acreditan sus siglas. Quiero creer que con esa publicidad mortífera ETA se acerca un poco más a su fin y que más que proclamar con ella su fortaleza pregona su agonía, por trágicos que puedan ser sus últimos coletazos.
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