lunes, 19 de enero de 2009

OBAMA DESPUÉS DE LA MASACRE DE GAZA


Félix Población

Después de más de tres semanas de crímenes de guerra y contra la humanidad, en connivencia con la saliente administración Bush, el Estado de Israel ha decidido un alto el fuego en Gaza. Se supone que tanto la decisión de matar antes de Obama como la de dejar de hacerlo cuando Obama toma posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos obedecen a un plan preconcebido. Podemos ser así de drásticos en nuestro rigor, advierte el gobierno judío en el primer caso, pero también somos capaces de respetar fechas tan señaladas como la investidura del primer mandatario del país al que tanto debemos, se podría interpretar en el segundo.

En ese país, a pesar de que la ciudadanía apenas ha recibido información detallada de la masacre -como consecuencia de la prohibición por parte de Israel de que los periodistas estuviesen presentes en la invasión-, el 40 por ciento de la población ha mostrado su disconformidad con una acción militar que se ha saldado con la muerte de más de un tercio de personas civiles, en su mayoría mujeres y niños. Esto quizá ha contado mucho más para que Israel pusiese por ahora punto final a la masacre, consciente de que podía perder la batalla de la opinión pública.

Está bastante claro, asimismo, que con su última y espeluznante acción de castigo contra la Franja de Gaza, el Estado judío se presenta ante Obama con una sobredosis de fuerza -aunque sea bruta- con la que espera tener influencia en las decisiones que pueda tomar el nuevo presidente. Muchas de las expectativas que el nuevo presidente ha despertado empezarán a florecer o marchitarse en buena medida en cuanto sepamos la línea de conducta que va a tomar ante el conflicto palestino y que además no admite dilación.

A este respecto me gustaría recordar la carta que Barack Hussein Obama dirigió a sus hijas cuando decidió presentarse como candidato a la presidencia de su país: Cuando yo era un hombre joven, pensé que la vida se trataba fundamentalmente de mí, de cómo yo me enfrentaría al mundo, sería exitoso y lograría las cosas que quería. Pero después ustedes dos llegaron a mi vida con toda su curiosidad y magia. Y de repente, todos los grandes planes que tenía para mí ya no parecían tan importantes. Pronto descubrí que los grandes momentos de gozo en mi vida era el gozo que veo en ustedes. Y me di cuenta de que mi propia vida no tendría mucho valor a menos que fuera capaz de asegurar que ustedes tuvieran cada oportunidad de ser felices y sentirse plenas. Al final, niñas, es ése el motivo por el que decidí buscar ser presidente, por lo que yo quiero para ustedes y para cada niño en este país.

Puede que esa carta se haya utilizado en su día como un buen reclamo electoral para ganar votos, pero no hay duda de que es en conciencia la mejor razón que un padre puede dar a sus hijos para aspirar al puesto que desde mañana ocupará Obama. En sus manos está, como nuevo mandatario del país más poderoso de la tierra, que sus obras se atengan a esos principios y éstos amplifiquen su radio de acción para reconsiderar que la aspiración de los padres en Gaza, Cisjordania y los campos de refugiados palestinos es la misma para sus niños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los niños de USA crecerán con el afán de dominio de sus padres y los niños de Gaza crecerán con el afán de venganza por sus hermanos.

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