miércoles, 27 de agosto de 2008

LOSANTOS, FIDEL CASTRO Y LOS ENFERMOS DE PÁRKINSON


Lazarillo
Gracias a mis bien ganadas vacaciones en arriscados parajes y a mi decidida voluntad de desconexión con la actualidad, apenas tuve noticia de cuanto se coció en la órbita informativa durante la semana larga que me mantuve al margen de toda noticia que no fuera la previsión del tiempo para la jornada siguiente, no fuera que me pillara en la intemperie de los escarpados senderos uno de esos desconsiderados y tormentosos chubascos que se dan en la montaña.

Esto de la desconexión con la actualidad es algo que me propongo todos los veranos como terapia decisiva en evitación de los negativos efectos que determinadas informaciones o comentarios pueden ocasionar en el transcurso de mis ociosos días de bosque y trocha, tan llenos de jubilosa plenitud y pletórica zambullida en la observación y disfrute de aquellos parajes naturales que todavía se resisten a la masificación turística.

Como ejemplo del venenoso insufle que habría ocasionado la lectura de la actualidad en mis saludables jornadas vacacionales, rastreo hoy la carta que en el diario Público le dirige un enfermo de párkinson al señor Jiménez Losantos, estrella de La Mañana en la emisora de la obispalía, con ocasión de las declaraciones de éste respecto a Fidel Castro y a lo que el locutor turolense desea con relación a la salud del anciano Comandante.

Dice don Francisco Montesinos en su explícita y breve misiva: D. Federico, soy una de las más de 150.000 personas que en España padecemos párkinson y le aseguro, en referencia a sus declaraciones en una televisión de Miami en las que deseaba a Fidel Castro “algo degradante, por ejemplo un párkinson”, que hay una verdadera lección de dignidad en la lucha que mantenemos a diario contra esta enfermedad neurodegenerativa, progresiva e invalidante. No voy a exigirle una rectificación, eso es de sabios y no está a su alcance, pero sí recordarle que nadie bajo ninguna circunstancia tiene derecho a calificar de degradante una enfermedad y por ende a quienes la padecen. Degradante, D. Federico, es la mezquina crueldad de sus palabras y su imprudente ligereza al pronunciarlas.

No cabe añadir nada más al conciso, razonable y concluyente comentario del señor Montesinos. Si acaso, poner en consideración una vez más, ante la jerarquía eclesiástica que mantiene contratado a un locutor de esa laya, al que otorga además carácter de liderazgo en su cadena de emisoras, que su permanencia en los micrófonos de la COPE, con manifestaciones como las mentadas, no hace más que degradar a ese medio y a los respetables monseñores, como probada y reiteradamente ha demostrado el evangélico comportamiento profesional de ese señor a lo largo de los últimos años.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabará como un comunicador para una peña de fanáticos y adeptos a su estilo, los curas tienen que pararle los pies ya, porque ya usa los pies por cerebro.

Anónimo dijo...

Y yo que creo que este señor tiene su mucho público y va a seguir dando espectáculo.

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