martes, 12 de agosto de 2008

FILOSOFÍA, DEPORTE Y DOPAJE


Félix Población

Fue muy celebrada y profusamente difundida la medalla de oro obtenida por el ciclista español Samuel Sánchez en la primera jornada de las Olimpiadas de Pekín ahora en curso. Parece, sin embargo, que los sonados gozos que nos está deparando este deporte en los últimos años siempre llevan aparejada alguna decepción relacionada con el dopaje. Así ocurrió en la pasada edición del Tour, pese a la magnífica victoria de Carlos Sastre, y así ha sucedido ahora con una ciclista de nuestro país en la cita olímpica. Se trata del primer caso registrado en Pekín, de entre los treinta o cuarenta que según el presidente del COI se espera anotar en el total de los 4.5000 controles que se verificarán a lo largo de las actuales Olimpiadas.

Me preocupa que el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, se haya limitado a lamentar el hecho argumentando que se trata de una irresponsabilidad de la ciclista y que, desgraciadamente, antes de los Juegos más de veinte deportistas de varios países han dado positivo también. Lo primero porque parece centrar la culpa en Maribel Moreno, sin reparar en el sistema que hace posible la reiteración en el dopaje. Lo segundo porque el señor Lissavetzky da a entender que la mierda repartida alivia la que compete a nuestro deporte, sin considerar que su esparcimiento afecta nada menos que a una convocatoria olímpica y al espíritu que como tal debe regirla.

Casi coincidiendo con las Olimpiadas de Pekín se celebraron en Seúl, entre el 30 de julio y el 5 de agosto, otro tipo de olimpiadas que no han tenido apenas repercusión mediática. Se trataba de una edición más del Congreso Mundial de Filosofía, organizado por la Federación Internacional de Asociaciones Filosóficas y la UNESCO. Viene teniendo lugar cada lustro desde 1900 y esta vez, en la capital de Corea del Sur, congregó a más de dos millares de pensadores de 88 naciones con el objetivo temático de Repensar la filosofía hoy. No faltaba entre las muchas secciones que lo conformaban una dedicada a la filosofía del deporte, que es la que justamente echamos de menos en las competiciones manchadas de dopaje a las que venimos asistiendo.

Dado que sin la filosofía pierde sentido la persona, individual y socialmente, es aconsejable que al deporte le corresponda retomar la que le incumbe para recobrar su dignidad. No olvidemos que en sus orígenes las olimpiadas y los atletas que en ellas competían representaban el misterio de la iniciación humana, la propia transmutación y perfección del hombre que camina hacia su evolución. El afán de superación a través del esfuerzo daba la pauta de esa meta.

Claro que si la filosofía apenas llega a ser noticia en los medios, cada vez costará más trabajo creer en ese olímpico horizonte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Deporte y sociedad se parecen, como no podía ser menos. Si en la sociedad hubiera pruebas de las irregularidades diarias que se dan para ser los primeros, esto iba a ser un dopaje permanente.

Anónimo dijo...

Pretenden que no pensemos, decía el otro día Dario Fo, y que los deportistas mutilen el esfuerzo con la química para dejar de ser deportista.

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