lunes, 25 de agosto de 2008

CONTRALUZ MUSICAL EN ARDAITZ


Lazarillo
Para llegar a la casona rural de Peio, en Ardaitz, Navarra, hay que pasar antes por Erro, seguir la umbría carretera que discurre a la vera del río que da nombre a esta última localidad y ascender una empinada y estrecha pista que trepa por la ladera de la sierra de Labia hasta la pequeña aldea, no más de diez o doce casas apiñadas en torno a una iglesita del siglo XIII con torre fortificada y costosa restauración, aunque Peio no disponga de línea telefónica por más que lo haya reclamado. Una vez allí, el viajero tendrá motivos para sorprenderse gratamente no sólo ante el entorno paisajístico que apetecía, sino ante el que le deparará su hospedaje.

El primero le va permitir recrearse en la andadura de los amenísimos senderos y trochas por donde emboscarse camino de las cumbres y gozar de la consiguiente y admirable panorámica del Pirineo navarro, gratísimo hallazgo que premiará sobradamente sus esfuerzos al término de cada ruta, sobre todo si éstas discurren por entre la luz de sueño de los hayedos de Sorogain. Para tal propósito sólo es preciso esfuerzo y capacidad de perspectiva para disfrutar de la pulcra altitud del aire y el aliento de vida que se expande de los bosques o surca el cielo con el alado y cercano tránsito de las rapaces entre las cresterías rocosas de la Foz de Lumbier.

Más difícil es encontrar, por cada vez más desusado en la mentalidad reservada y utilitaria de nuestro tiempo, un hospedero que confraterniza de inmediato con el huésped. Peio Olaiz, con 46 años cumplidos, lleva sólo dos al frente de su empresa y no sabe tratar a sus clientes más que como su carácter abierto y espontáneo le da entender. La familiaridad con la que desde el primer momento se dirige al viajero invita a éste a una confiada y franca charla bajo el viejo nogal del patio, al poco de conocerse. Bastan unos minutos para que se establezca una gratísima relación, seducido el visitante por la chispeante agudeza y jovialidad de Olaiz y el personalísimo estilo que le caracteriza en la gestión de su negocio. Sin reparo alguno confía las cuentas de su administración al huésped, participándole los agobios que le ocasiona encargarse él solo de todas las tareas.

Quizá por eso uno de sus inquilinos, encantado doblemente por la belleza del entorno y la singular personalidad del hospedero -cuajada en amistad-, decidió prestar a éste su apoyo a modo de asistente durante el mes de agosto a cambio de habitación. Gerard es un afable bretón, tiene 58 años y disfruta de un año sabático lejos del vértigo estresante de su empresa de informática. Además de un curtido andarín, Gerard es un naturalista vocacional y un excelente fotógrafo, tal como refleja la instantánea de Alicia tocando el violín en el fresco, sonoro y amplio zaguán de la casona.

Sirva ese contraluz musical como explícita enseña de la amenísima hospitalidad regalada por Peio Olaiz y su amigo Gerard a este Lazarillo y su familia durante los pasados días, y como adelanto de otras imágenes a las que pondré en lo sucesivo la emoción y letra que me sugieran. Vaya también con mis palabras mi afectuoso recuerdo a sus protagonistas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por volver con tan buenas palabras y recuerdos.

Anónimo dijo...

Entran ganas devisitar ese pueblo tan hospitalario y conocer a Peio y compañía. Lo anoto para las próximas vacaciones.

Anónimo dijo...

Celebro que te hayan ido bien las vacaiones, muchas de las casas rurales suelen defraudar porque se hace uno ilusiones por Internet que luego no se cumplen en la realidad, unas veces porque la casa no es agogedora o porque los propietarios son unos sosos, esto es lo más frecuente. Saludos.

Anónimo dijo...

Admito que es una foto muy buena y me gustaría entablar conversación por internet o personalmente tanto con el amable Peio como con el simpatico fotografo Gerard y me gustaría que pusieras más fotos si todas son así de buenas, alomejor me paso por esa apacible casita rural.

gracias.

aNdR dijo...

Gracias por todos esos comentarios tan buenos sobre el pueblo.Si que esperamos que nos visiten porquesi que somos unos pocos los que habitamos el pueblo.Soi Andrea,soy del pueblo(de Ardaitz)y soy de las pocas niñas de este pueblo.Me gustaria que nos visitarais y preferiblemante con niños o jobenes porque somos muy pocos.Gracias por todo y esperamos que nos visiteis viniendo a la casa rural del pueblo.Gracias de nuevo y hasta entonces!!!!!!Andrea

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Andrea, por tu comentario. Nos gustó mucho tu pueblo y alrededores y siempre lo decimos a quienes nos preguntan por sitos hermosos de Navarra. A ver si volvemos este verano.

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