domingo, 23 de marzo de 2008

LA LUZ DONDE ANIDAN LAS ALONDRAS


Lazarillo
Pesa sobre la alondra ricotí un silencio mediático que no se merece. Debería concitar más atención por el riesgo de extinción en que crece su vuelo, siquiera fuese por su presencia en la literatura, inalcanzable para el urogallo, el quebrantahuesos o el águila imperial, a los que sí se le dedican todo tipo de alertas y miramientos. De la alondra ricotí sólo quedan en España dos mil parejas, luego de haber desaparecido por completo de Portugal. Cantan únicamente en las dos Castillas y Aragón y los ornitólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaban de descubrir que los machos simplifican su trino allí donde el futuro de la crianza es más problemático. Tal parece que ante un dudoso porvenir no se esmerasen en el reclamo que comporta la perduración de la especie. Esto se debe, simplemente, a que los machos jóvenes carecen de más machos adultos a su alrededor que les faciliten un repertorio de sonidos más completo en su periodo de aprendizaje. Existe según los investigadores de la Estación Biológica de Doñana una relación entre la complejidad de las melodías y la viabilidad de la poblaciones, calculadas con índices como la tasa de crecimiento anual y su persistencia en el tiempo. Esta contrastada observación científica no hace más que ratificar la sugerencia que en su día me alumbró el verso de Caballero Bonald que titula este comentario. El canto de las alondras es como la luz donde anidan. Espero que la pérdida melodiosa de su voz al alba no crezca hasta el silencio. Sería casi como dejarnos a oscuras el amanecer de los días.

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