lunes, 17 de marzo de 2008

EL VOTO DE UN MILLÓN DE ANALFABETOS


Félix Población
Hace una semana los periódicos reflejaban los resultados de unas nuevas elecciones generales en España. Los dos partidos mayoritarios parecían sentirse muy satisfechos de los mismos. El partido ganador, por revalidar la victoria cosechada hace un cuatrienio. El partido derrotado, por incrementar sensiblemente el número de votos y escaños -uno más incluso que los añadidos al partido triunfador-, aunque esto sólo fuera a la postre un insuficiente premio de consolación para paliar el amargo sabor de la derrota.

Ese día se hicieron todo tipo de interpretaciones acerca del comportamiento de los votantes, pero nadie tuvo en cuenta -más que nada porque la noticia se difundió fechas después- a un sector del electorado incapaz de discernir la identidad de las papeletas. Se trata del 2,3 por ciento de la población, casi un millón de ciudadanos (858.000), que el Instituto Nacional de Estadística considera como analfabetos según datos referidos a 2007. Tal porcentaje supone un repunte sobre el registrado hace un par de años (2,15), lo cual podría ser indicio de una cierta negligencia o pasividad en la atención de un problema que debería ser atajado con la mayor urgencia y diligencia, si es que se proyecta de verdad una política de gobierno dirigida al logro de una España avanzada y moderna.

Parece ser que la economía, el empleo y la política social van a ser los objetivos de atención fundamental sobre los que ZP centrará su segunda legislatura como Presidente del Gobierno. También dijo ZP que gobernará para todos, pero pensando en los que no tienen de todo. Pues bien, un 5 por ciento de los extremeños, un 4,3 de los andaluces y un 4 por ciento de los castellanos-manchegos -las tres Comunidades con mayor tasa de analfabetismo, la tres gobernadas por el PSOE-, así como aquellos otros españoles en igual y deplorable circunstancia cultural, aguardan que se cumpla esa promesa del señor Rodríguez Zapatero para los que no tienen de todo, porque sin capacidad para la lectura y la escritura se está en una de las más lacerantes indigencias.

Ya que se ha sido incapaz de corregirla en los pasados cuatro años, con un incremento incluso en el último bienio que debería avergonzar a las administraciones educativas competentes, una carencia de esa entidad en la España del siglo XXI no debería prolongarse por más tiempo. Casi un millón de votantes analfabetos debería saber leer a estas alturas la democracia por sí mismos con toda la fuerza de la palabra. Sin ella podrán votar con todas sus otras fuerzas, pero desasistidos del más elemental de los derechos.

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