Lazarillo
Acabo de leer en Atrio un artículo de don José Ignacio Calleja, publicado el pasado sábado bajo los efectos sin duda de la indignación y la rabia, una vez sabida la noticia del atentado de ETA en Francia que de momento ha costado la vida de un joven guardia civil. Hay un problema político, sí -afirma el señor Calleja-, pero hay más al fondo una catástrofe moral en el "alma" de ETA, de quienes les apoyan, justifican o comprenden. Y cuando alguien se instala en la ruina moral, ya no hay salida "política" para él; sólo nos deja la puerta de la policía y el derecho penal. Me sé todo sobre el problema político, sí, pero hay al fondo una decisión que ETA toma sola: voy a matar y las personas son instrumentos de mi plan. Ahora, guardias civiles; mañana, si la gente "vasca" traga, serán civiles; pasado, el que sea. La causa es absoluta, verdadera y ciega. Puro totalitarismo político y moral. Don José Ignacio utiliza una tibia terminología al calificar como totalitarismo lo que mejor se podría describir como fascismo crudo y duro. Aprovecho su artículo para aplicar ese mismo concepto, el de fascismo político y moral, a quienes esta tarde, en una convocatoria que ha tenido lugar en la Plaza de Cibeles de Madrid, se han servido de la muerte dictada y ejecutada por ETA para asediar e insultar amenazadoramente al dirigente y secretario de Movimientos Sociales del PSOE don Pedro Zerolo, como si se tratara de una segunda y facinerosa edición del intento de agresión al ministro don José Bono durante una manifestación de la AVT. No estará mañana esta asociación en la convocatoria unitaria contra el terrorismo organizada por los partidos democráticos. Mucho mejor así. Se evitará el riesgo de una tercera edición de fascismo político y moral. La de hoy fue calificada por algunos dirigentes del Partido Popular como bochornoso espectáculo.
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