Lazarillo
Ese tembloroso polluelo de grulla de la reserva de Slimbridge, en Inglaterra, apenas se sostiene sobre sus patas larguiruchas encima del fresco tapiz verde de la pradera. Ignoramos las razones de su orfandad, pero su desvalimiento bajo la intemperie de la recién nacida y luminosa canícula no le impide buscar el sustento por artificioso que sea el procedimiento suministrador. Adviertan la tierna contextura del plumón, la crédula viveza del ojillo y la decidida presteza con la que el pico de la criatura se abre sobre el condumio que le ofrece ese curioso artificio a modo de mamá grulla. Se podrá objetar que el pico de ésta se asemeja más a hechura de alicate, pero la cría no parece reparar en el detalle con tal de que el simulacro cumpla el nutricio objetivo mediante la cucharilla que sostiene en su extremo. Por lo demás, los cuidadores del polluelo se han esmerado en surtir a su herramienta de crianza de la fijeza ocular y vivo colorido propio de la especie. Como el curioso lector sabrá, las grullas llegan a España procedentes de los cielos del norte, en busca del más cálido acogimiento de nuestros inviernos. Tardan semanas en su alado tránsito y su itinerario de vuelo puede superar una distancia de varios miles de kilómetros. A la que aprenderá a surcar el aire en Slimbridge gracias a ese curioso mecanismo quizá la veamos pronto por aquí, tan desconfiada como les conviene a todas ante nuestra presencia, que para eso sus custodios se han encargado de simular -según vemos y admiramos conmovidos- su solícita ocupación como nodrizas.
2 comentarios:
Estas cosas me recuerdan por qué habría sido una naturalista infame si me hubiera decidido por Biológicas... Yo sería incapaz de seguir el "estilo National Geographic" de no intervenir (supuestamente) :)
Mi segundo perro, Rufo, fue adoptado por el primero, Brarn, antes de que nos decidiéramos en la familia. Y no era el primero que rescataba.
Es lo que media entre hacer de alicate y de caricia.
Publicar un comentario