miércoles, 27 de junio de 2007

Cañizares y el mal de la Iglesia

Lazarillo

Cada año mueren en América Latina 5000 mujeres como consecuencia de los abortos clandestinos. El ministro brasileño de Salud dijo hace unos días que en aquel extenso y poblado país se registran al año un millón largo de abortos. Eso representa una interrupción intencional del embarazo de cada cuatro embarazos, según un informe de la Universidad Federal de Río de Janeiro. También se refirió el señor ministro a las consecuencias de los abortos ilegales en el pasado lustro: algo más de un millón de mujeres precisó atención sanitaria en los hospitales como consecuencia de las complicaciones -en algunos casos graves- derivadas de la deficiencia de tales intervenciones (230523 exactamente a lo largo de 2006). Tan alarmantes cifras llevan al ministro brasileño de Salud a ser firme partidario de la verificación de un plebiscito para que la ciudadanía determine si se debe o no despenalizar el aborto. Se trata sin duda alguna de un grave problema de salud pública, ante el que cabe preguntarse, por afectar a casi toda Iberoamérica, por qué en Italia y España, naciones donde el catolicismo tiene su sede ecuménica y un sólido arraigo, el aborto puede practicarse con garantías médicas merced a su legalización y en América Latina tal derecho encuentra una férrea y efectiva oposición por parte de la Iglesia como si ésta rigiera allí con el mismo poder omnímodo y suma influencia que tuvo en los tiempos coloniales. El primado Cañizares advirtió ayer a los profesores de los colegios religiosos que impartan la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía, aprobada democráticamente en el Congreso de los Diputados, que al hacerlo estarán colaborando con el mal. Lo dijo en el transcurso de unas jornadas organizadas por la Escuela de Negocios del CEU y el efecto del dictamen ha tenido mucha difusión mediática. Por eso me he permitido recordarle a la jerarquía eclesiástica las cifras consignadas gracias a su colaboración.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tanto en España, y sobre todo en Italia, los ciudadanos han aprendido que no obedecer a la jerarquia eclesiástica no implica necesariamente desobedecer a Dios . Les ha costado mucho llegar a esta conclusión. En cambio la gran mayoría de la población sudamericana sigue creyendo que Dios está en la Iglesia y en su Jerarquía. Cuando comprendan que Dios no puede estar en otro lugar que en nuestro corazón entonces la Jerarquía cederá allí, como ha tenido que ceder en España y en Italia. Nos corresponde a nosotros ayudarles a comprender eso sin privarles por ello de tres virtudes auténticamente divinas: La Fe, la Esperanza y, sobre todo, la Caridad.

Anónimo dijo...

A eso hay que sumar, a las cincomil mujeres muertas, los millones de enfermos por sida que hacen caso a la jerarquía y no usan el preservativo.

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