Lazarillo
Hace unos días, el director de Amnistía Internacional en España habló de la imperiosa necesidad de cerrar la cárcel de Guantánamo, ese campo de concentración norteamericano que con su presencia ignominiosa en el sur de la isla de Cuba remeda los más negros capítulos del régimen penitenciario habidos bajo regímenes dictatoriales. Hoy acabamos de saber que ha muerto en Guantánamo un preso saudí al que ayer encontraron inconsciente en su celda. Según fuentes militares estadounidenses se trata obvia y supuestamente de un suicidio. Sería el cuarto caso registrado en la prisión desde su apertura hace un lustro para internar allí a los 400 reclusos que en la actualidad ocupan sus dependencias sin juicio y sin ley que lo justifique. Dirán que nada tiene que ver lo que Guantánamo representa con lo que pueda ocurrir en la barriada de Las Corts, pero para Amnistía Internacional, como para cualquiera que condene la afrenta, los malos tratos, la agresión, la tortura o la detención ilegal en centros penitenciarios allá donde sea, la indignidad de Guantánamo o el oprobio de ese video en que dos policías de la Generalitat catalana maltratan y vejan a una joven, son vergonzosos estigmas vinculables por atentatorios contra los Derechos Humanos. Ya sea bajo la dependencia del Gobierno más poderoso del planeta en Washington o bajo el de Cataluña en Barcelona, al que le toca tomar medidas urgentes y muy drásticas en evitación de percances así, repetidos y reflejados además en las últimas semanas. También convendría preguntarse hasta qué punto la denuncia pública de hechos como el de la comisaría barcelonesa, emparentados con el auge de cierta videomanía doméstica sumamente descriptiva en captar aspectos oscuros de la realidad como show, contribuye antes a ser motivo de morboso visionado mediático que aportación decisiva para la erradicación de tales sucesos. ¿Se imaginan la repercusión de cualesquiera de estos hechos reiterados, en Guantánamo o Barcelona, si se hubieran registrado en las cárceles o comisarías de Venezuela, Bolivia o Ecuador?
5 comentarios:
Completamente de acuerdo, Lazarillo. ¡Caray, me alegro mucho de que lo estemos, siquiera alguna vez¡
Que no sea la última, espero.
Aquí dejo lo que un día yo escribí (como decía el poeta) pensando en ellos, como ahora pienso.
"Un caso extremadamente puntual. Así de simple, en cuatro palabras, despachó el ex director del Servicio Catalán de Trafico, Rafael Olmos, el abuso de fuerza y de poder la actuación de cinco Mossos al linchar a un indefenso e impotente ciudadano de a pie.
Al parecer, en la comisaría de Les Corts, esas acciones extremadamente puntuales, se repetía y quien sabe si se siguen repitiendo, pues las denuncias afloran día a día.
Mire señor Olmos; escuche señor Saura; los tiempos de uniforme y porra ya pasaron. Los ciudadanos de a pie, no podemos ni miraremos con buenos ojos a esos Mossos y Mossas que por el simple hecho de pagarles un uniforme, porras o pistolas eléctricas, se sientan con el derecho, su derecho, de vejar a cualquier ciudadano o ciudadano por la gracia del Mosso o Mossa de turno.
Escuche señor Olmos; escuche señor Saura. Mejor dicho o escrito, lea señor Olmos; lea señor Saura: ¿saben que respuesta a esos hechos hubieran sido la de ustedes de tratarse el vejado o vejada simpatizantes o afiliados a CCOO (Comisiones Obreras) o ICV (Iniciativa per Catalunya Verds)?
El ciudadano de a pie sabe la respuesta. Ustedes también.
Señor Saura, esos Mossos y Mossas no se merecen suspensión de faena y sueldo. Esos Mossos y Mossas, desprestigian el Cuerpo y han de ser “despachados puntualmente ya”.
Hasta la palabra “ya”, la carta enviada a diversos periódicos. Como veos y leemos, “los hechos puntuales” se repiten.
Piden libertad de expresión en Venezuela.
Muchas gracias, Lenan, por dejarnos leer esa valiente denuncia contra la falta de libertad. Es consolador en alto grado que existan ciudadanos dispuestos a defenderla, pero también es triste saber que aún existen otros tan ignorantes como para crees que un uniforme, una autoridad o una porra los ponen por encima de los demás. Un saludo muy cordial.
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