viernes, 23 de marzo de 2007

El caso Sobrino en vísperas de la Conferencia Episcopal Latinoamericana

Félix Población

A dos meses de que Benedicto XVI se presente en Brasil para inaugurar la quinta reunión del episcopado latinoamericano, el Papa ha dejado claro, con su apercibimiento al teólogo español Jon Sobrino, lo que ya sostenía en los años ochenta como prefecto de la Doctrina de la Fe y supuso una represión en toda regla de la llamada Teología de la Liberación bajo el pontificado de Juan Pablo II:

Las «teologías de la liberación» -escribió entonces Joseph Ratzinger en Libertatis Nuntius, 1984-, que tienen el mérito de haber valorado los grandes textos de los Profetas y del Evangelio sobre la defensa de los pobres, conducen a un amalgama ruinosa entre el pobre de la Escritura y el proletariado de Marx . Por ello el sentido cristiano del pobre se pervierte y el combate por los derechos de los pobres se transforma en combate de clase en la perspectiva ideológica de la lucha de clases. La Iglesia de los pobres significa así una Iglesia de clase, que ha tomado conciencia de las necesidades de la lucha revolucionaria como etapa hacia la liberación y que celebra esta liberación en su liturgia.

La reafirmación de esa doctrina oficial era predecible en vísperas del primer viaje de Benedicto XVI a Latinoamérica. Para ello se ha servido El Vaticano de algunas obras del teólogo jesuita, a quien en un principio estuvo a punto de condenar y al que luego sólo exigió una rectificación por no aclamar con el debido celo la divinidad de Jesús y exaltar sobre todo su humanidad, enmienda a la que Sobrino se ha negado. Frei Betto, el reconocido religioso brasileño, acaba de decir al respecto que Roma habla de la divinidad como si fuese contraria a la humanidad. Nuestra humanidad no es negación de la divinidad, así como no lo era la de Jesús.

Dejando a un lado estas disquisiciones de alto vuelo teológico, es de una evidencia absoluta que con el caso Sobrino El Vaticano adelanta que no habrá consentimiento ni concesión algunos ante la TL y así lo quiere hacer constar expresa y firmemente a los concurrentes de la próxima Conferencia del Episcopado Iberoamericano. Podría pensarse que con tal proceder se pretende iniciar desde Roma una segunda ola represiva contra los religiosos latinoamericanos que vinculan la defensa de los valores cristianos con los derechos de los excluidos y la justicia social con el Evangelio de Cristo.

Justificaría esa vuelta a las andadas de los ochenta la prevención y temor que cunden con cierto grado de alarma, sobre todo en los sectores más conservadores de la curia, ante la emergencia repetida y democrática de gobiernos de izquierda en unos cuantos países del continente. Es de tener en cuenta al respecto que dos de los nuevos presidentes lationamericanos, el brasileño Lula da Silva y el boliviano Evo Morales, se iniciaron en su trayectoria sindical y política a través de la teología de la liberación.

Si aquí en Europa, e incluso en España, el caso de Jon Sobrino no ha pasado de ser una noticia de segunda en los medios de comunicación, su incidencia en la opinión pública iberoamericana está siendo sobresaliente. De ello da prueba conceptual y emocional la carta que nos envia nuestro buen amigo Ángel, editor de la siempre interesante web PiensaChile, a quien desde aquí, a él y a todos los que coincidan con lo expuesto en la misiva, recomendamos una vez más el libro del periodista don Carlos Santos Guatemala, el silencio del gallo: un misionero español en la guerra más cruenta de América, Edit. Debate, 2007. Personalmente acabo de terminar su lectura, conmovido ante el testimonio de vocación y vida, coherente y ejemplar con su fe en Cristo, de don Luis Gurriarán, a quien mando un cordial abrazo de admiración por la razón y corazón de su ministerio.

Carta de Chile
LA IGLESIA LATINOAMERICANA AL BORDE DEL CISMA

Querido amigo:
Por estos días, el tema de la notificatio a Jon Sobrino me tiene alterado. Cuando caía el muro de Berlín, mi formación católica, la misma que me llevó a la actividad política en los 60 -influencia de la Conferencia Episcopal de Medellín- me hizo albergar esperanzas de que la iglesia pudiera levantarse como un bastión, un faro moral para el mundo unipolar que surgía. Desgraciadamente no ha sido así. Lo que hace hoy Ratzinger es sencillamente poner a la iglesia latinoamericana -al menos, pues desconozco la repercusión en Europa- al borde del cisma.

Ya desde los años 30, en un esfuerzo por recuperar fuerzas en el proletariado que se iba a las filas del comunismo, la iglesia comenzó a acercarse a los trabajadores. La gran denuncia de la Conferencia Episcopal de Medellín, la existencia de una llamada violencia institucionalizada, que surge de la mala o nula satisfacción de derechos básicos del pueblo, tales como trabajo, educación, techo, salud, etc., significó el último empellón a millones de jóvenes a la lucha social abierta en Latinoamérica. Sentirte en una iglesia, escuchando y participando en tu idioma (Concilio Vaticano II), cantando a Cristo canciones en ritmos, melodía que son parte de tus raíces, tu infancia, de tu día a día, sencillamente nos ganó el alma y nos hizo sentirnos de corazón en el esfuerzo por construir el paraíso en la tierra.

Luego vinieron las dictaduras y allí surgieron a la luz y quedaron en evidencia nuevamente dos iglesias: la de los dictadores, los poderosos, los torturadores, aquella iglesia que bendecía el lanzamiento de opositores al mar; y aquella otra iglesia, la que se quedó junto a los perseguidos, los torturados, los asesinados, los desaparecidos, los niños hambrientos y huérfanos. Esa iglesia, la que se atrevió a crear una larga cadenas de manos que llevaba pan, solidaridad y aliento, en medio de las tinieblas de las dictaduras, esa iglesia sigue hoy fuerte, aunque en silencio, sin atreverse a denunciar muy fuerte el circo y la mentira del mundo neoliberal que surgió al final de la dictaduras. Esa iglesia que sin embargo sigue trabajando en silencio, haciendo su labor al largo plazo, pensando en el cambio cultural, espiritual, que necesitamos para construir una sociedad más humana, solidaria y justa. Esa iglesia es la que desde hace rato el Vaticano persigue. Esa iglesia es la que hoy Ratzinger castiga y condena al silencio cuando prohíbe enseñar a Sobrino, prohíbe cantar en castellano, en quechua, en portugués, en guaraní, en mapudungun, en lengua maya, en fin, en nuestros idiomas.

La nueva Conferencia Episcopal, en mayo de 2007, en Aparecida, será un hito que todos vamos a seguir de cerca. Como continente necesitamos mantener esa iglesia que ya había ganado un lugar en el pueblo, lejos de los patrones, los hacendados, los dueños del poder. Necesitamos una iglesia por y junto a la Vida y no una iglesia que camina junto a la injusticia, el poder y la muerte.
Ángel


Nota: La fotografía corresponde a monseñor Gerardi, obispo guatemalteco asesinado en 1998 tras denunciar el terror, la tortura y la muerte vividos en su país durante la guerra más cruenta de América.

RedDiario

Noticia
TEÓLOGO BOFF: EN AMÉRICA ES POSIBLE REPLANTEAR EL SOCIALISMO
América puede ser el lugar donde se replantee el socialismo, siempre que sea democrático y construido por los sectores desposeídos de esta región, planteó este sábado en Costa Rica el teólogo y ex sacerdote brasileño Leonardo Boff.
Argenpress.

Breviario
CONTRASTES
El pasado jueves el Congreso aprobó la ley efectiva de igualdad entre mujeres y hombres con la abstención del Partido Popular. La noticia vino a coincidir con otra en que el Obispado de Córdoba sugería que hombres y mujeres llevasen por separado un paso de Semana Santa para evitar situaciones incómodas bajo los palos. El hermano mayor de la cofradía explicó que debido al poco espacio bajo las trabajaderas hay posturas de un acercamiento físico muy próximo que si se vieran fuera [las posturas] habría incluso personas que podrían decir que son posturas soeces. Ciertamente, la iglesia que representa Jon Sobrino tiene atenciones y ocupaciones más serias.
DdA.

Comentario de Lector
El problema viene de antiguo. El gnosticismo selecto repudiaba la humanidad de Cristo (ergo: las miserias humanas, los débiles, los pobres,...).El espiritualismo sin carne, descarnado, no es una característica del Espíritu de Dios. La 2ª carta de Juan lo denuncia claramente: "Queridos hermanos, no creáis a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino ponedlos a prueba para ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios. Porque el mundo está lleno de falsos profetas. De esta manera podéis saber quién tiene el Espíritu de Dios: todo el que reconoce que Jesucristo vino como hombre verdadero tiene el Espíritu de Dios" 2 Juan, 4, 1-2.
Jacint.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

No lo querrá Roma, un cisma, porque es muy grande su dominio sobre la feligresía latinoamericana, creo que es el continente con más católicos del mundo, sería una catástrofe para Roma.

Anónimo dijo...

El problema viene de antiguo. El gnosticismo selecto repudiaba la humanidad de Cristo (ergo: las miserias humanas, los débiles, los pobres,...).
El espiritualismo sin carne, descarnado, no es una característica del Espíritu de Dios. La 2ª carta de Juan lo denuncia claramente:
"Queridos hermanos, no creáis a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino ponedlos a prueba para ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios. Porque el mundo está lleno de falsos profetas. De esta manera podéis saber quién tiene el Espíritu de Dios: todo el que reconoce que Jesucristo vino como hombre verdadero tiene el Espíritu de Dios" 2 Juan, 4, 1-2

Anónimo dijo...

Te quedamos muy agradecidos por tan oportuna cita, Jacint.

Anónimo dijo...

Reconoceréis fácilmente a aquellos que son de Dios si os fijáis en cómo aman a su prójimo; cómo le ayudan en sus dificultades sin escudarse en pretextos vanos; cómo pedonan y cómo comprenden pues como puede leerse en el Salmo: "El Señor es compasivo y misericordioso". Para hacer todo eso lo único que se necesita es ser cristiano y para ser cristiano para nada hacen falta doctrinas basadas en el marxismo, pues éste niega a Dios y condena la relación del hombre con Dios, a la que llama "opio del pueblo". Por otro lado, es falso que el Vaticano haya condenado al jesuita; lo ha apercibido solamente y con una gran delicadeza.

Anónimo dijo...

Debería centrarse JB en lo que está escrito. Nadie habló de condena aquí. En cuanto a Marx, lea lo que pasa en aquel continente y verá que el opio más letal es el de la miseria y que para paliarlo la TL sólo recurre al Evangelio, no al Papa, que es quien dice lo del marxismo, igual que JB.

Anónimo dijo...

En este comentario no. Por otra parte, señor, no se puede recurrir al Evangelio para extraer de él solo las cosas que conviene. Eso es exactamente lo que hace la Iglesia de Roma; por eso yo la critico con extremada dureza como habrá podido ver, pero tenga la seguridad de que no voy a dejar de criticar a los que hacen lo mismo, solo que desde el bando contario. El problema de la miseria y de la explotación solo se resolverá cuando se ponga en práctica el mandato evangélico de "Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado" y ni la Iglesia ama, ni los demás tampoco aman. Otro gallo cantara si amaran, se lo aseguro. Por otro lado, llamar opio a la miseria me parece a mi un eufemismo bastante inadecuado: la miseria es también hambre, sufrimiento, dolor, privaciones, enfermedad y muerte. Eso es la miseria, señor, que el opio es una droga.

Anónimo dijo...

No sé cual será el bando contrario a Roma, pero en todo caso sí sabemos dónde ha estado Roma hasta ahora, viviendo del Evangelio y no por el Evangelio.

Anónimo dijo...

Cierto, jota; muy cierto. Suscribo su comentario íntegramente

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