Félix Población
Recuerdo muy bien ese grito vesánico repetido en las calles del País Vasco durante los años más duros del terrorismo etarra. De entonces a hoy mucho se ha reducido allí la intensidad de esa proclama homicida coreada por el abertzalismo batasuno entre chapelas, chistus e ikurriñas. Todo cansa y ha de tener su límite, mucho más si el objetivo es la muerte de quien no piensa como tú porque tú quieres pensar por todos.
Aquel berrido público y furibundo que confería a la geografía urbana de Euskadi un aire de caverna troglodita se fue apagando con la acción de la justicia. Hubo que aplicar medidas correctivas propias de un Estado de derecho para que aquellas turbas desalmadas no siguieran confundiendo la libertad de expresión con la apología del matonismo. Más que nada porque debe ser facultad de la expresión exponer ideas, no incentivos criminales a costa de la indefensión de otros conciudadanos. ETA, mátalos, decían, y aquel país se llenó de escoltas, cundió el miedo, el chantaje, la extorsión, la paz y la libertad fueron mutiladas a fondo por una banda de facinerosos.
Si entonces me hubieran dicho que ese mismo grito o similar iba a propalarse en coplillas muchos años más tarde, en la mismísima capital del reino, y en el transcurso de una manifestación contra el terrorismo etarra secundada por el Partido Popular (el pasado día 3), habría concedido a tal hipótesis la más alta cota de político delirio. Pero así ha sido, así he podido escucharlo y así consta en la denuncia formulada por el afectado, don José Blanco, secretario de organización del Partido Socialista, ante el juzgado central de guardia de la Audiencia Nacional.
La cantaleta denota la degradación moral a que puede conducir un seguimiento fidedigno de las prédicas federicas, pues a la hora de buscar infame inspiración no cabe sino hallarla en quien desde la emisora de la obispalía ejerce de contumaz incendiario de tan viejos e inicuos fuegos:
Ay Pepiño, Pepiño, Pepiño,
ay Pepiño qué noble es tu fin,
que la ETA nos mata, nos mata,
ay que coño, que empiecen por ti.
Sirva como conclusión a este comentario, sobre cuyo motivo me resisto a entrar más a fondo en evitación de las bascas que me ocasiona, este párrafo del diputado por Valencia del Partido Popular, don Joaquín Calomarde, publicado hoy en el diario progresista El Plural, que con tal firma demuestra lo muy fundado de su cabecera:
Qué desastre de país. Otra vez por los periódicos las esquelas del odio; las esquelas de la guerra; las esquelas de los muertos de todos y por todos; que aquí nos matamos todos durante tres años y tardamos cuarenta en reconciliarnos. Y hacer la Constitución de la concordia, el consenso, el diálogo y el entierro, que pensamos definitivo, de las dos Españas inciviles. No sigamos un día más transitando, aunque sea verbalmente, peligrosas sendas que sólo llevan a los españoles a los nichos del pasado.
Reverdecer aquel grito de ETA mátalos nos puede llevar muy atrás y eso sólo puede interesar a quienes están afincados en un resentimiento enmohecido de provocadora confrontación, totalmente sobrante y rechazable en la vigente sociedad española.
9 comentarios:
A mi juicio, señor Población, hay razón en gran parte de sus argumentos, pero cuando se inicia una escalada de violencia como la que protagniza ETA no pueden preverse la consecuencias que acarreará. Al confiar en el Estado de Derecho para aplicar justicia a los culpables, las víctimas del terrorismo han hecho lo que debían de hacer, pero no parece que nadie se de cuenta de lo que esto significa. En cambio, si se cantan coplillas contra D. José en una manifestación multitudinaria, se equiparan a las monstruosas peticiones de antaño hechas por gentes que hablan de matar y matan ciertamente. Las dos Españas, si; que la coplilla esté mal, también. No obstante, le recuerdo que en "la otra" manifestación alguien llevó un cartel que decia "Alcaraz terrorista" y ni usted ni nadie dijeron nada.
Nada que ver entre incitar a matar e insultar, alexandra. Si usted tiene a bien consultar las hemerotecas podrá comprobar el orígen de los insultos para menoscabo de personas e instituciones.
Tambien hay razón en su observación, mas considere la causa de todo eso y seguramente convendrá conmigo en que si no se ponen de acuerdo Gobierno y oposición para derrotar a ETA la crispación irá en aumento. Para lograr dicho acuerdo, hay que tener en cuenta que las víctimas reclaman una justicia que renunciaron a tomar por su mano; Justicia; lo segundo, tener el sentido común necesario para descartar alternativas que se han revelado ineficaces y lo tercero prescindir de alianzas con grupos que, de algún modo, justifican la violencia para alcanzar fines políticos. Como ve, eso no depende de la ideología política que se tenga.
La crispación es anterior al contencioso ETA/negociación. Antes hubo bodas gay, iglesia/educación, Estatut y 11-M. Sin esos puntales, la oposición no hubiera podido marcarse la bronca permanente que llena su legislatura. Recuerde usted que las víctimas estaban muy calladitas cuando Aznar trató con el Movimiento de Liberación Vasca (ETA), según él mismo lo llamó.
Pues a mí me parece que Alerxanda dice una cosa y usted dice otra. Dejando aparte que al PP los electores le castigaron quitándole el Gobierno por culpa de ese y otros errores,que por lo tanto pagó, las victimas tienen todo el derecho de callarse o no, según estimen conveniente. Y en cuanto al 11-M, mejor no comentar nada, salvo que fue la primera vez en que no se respetó la jornada de reflexión. Con o sin razón ¿eh?, que las leyes han sido elaborarlas para cumplirlas.
Los hechos son los que son y las Víctimas de la AVT sólo hablan en contra del Gobierno cuando el gobierno que está no es ele suyo.
Ya lo dijo Muñoz Seca, los extremeños se tocan, el nacionalismo españolista y el el vascongado.
Hágase el menos caso posible a los que buscan bulla y que los periodista no pretendan montarla cada vez que se desmanda un extremista, ya sea de Batasuna o de la Cope, coño.
Mal andamos si creemos que el Gobierno no nos representa a todos. Claro que, aún así, se puede estar de acuerdo o no con él. En cuanto a los nacionalismos, todos son iguales: victimistas, conservadores, anticuados y en muchos casos ridículos, porque no tienen ninguna base histórica en la que apoyar sus reivindicaciones.
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