lunes, 26 de febrero de 2007

Historia de un encuentro

Celestina Tenerías

Encuentro en la web de pensamiento cristiano Atrio, que tanto suelo frecuentar con sumo aprovechamiento, esta historia verídica, publicada hace un par de años en un medio de información, y sobre la que todo comentario sobra porque abunda en elocuencia acerca del llamado problema de la inmigración en Europa, con España en primera línea de horizonte.

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja.
De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella.
Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena lección. Muy bueno al transcribirla. Nunca terminaremos de aprender, sobretodo, cuando nuestra bondad, sincera o aparente, y que nos sale tan barata, nos hace sentir superiores.

Anónimo dijo...

Me pregunto si hubiera pasado lo mismo con una de esas ancianas alemanas, desvalidas, medio chochas, pobres y abandonadas. Y me pregunto tambien si, de haber sucedido, hubiera salido el hecho en la prensa. Que conste que es una pregunta solamente.

Anónimo dijo...

Se trata de aprender, no de preguntar. Que conste que sólo lo pretendo.

Anónimo dijo...

No obstante, quien no pregunta no aprende. A no ser que sea autodidacta.

Anónimo dijo...

Siempre hay gente a la que señalas la luna y sólo se fija en el dedo.

Anónimo dijo...

Pero si no se fijara en el dedo, jamás acertaria a ver la luna. De lo contrario, sobraria el dedo

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